Navantia estudiaría vender el S-83 Cosme García de los Reyes, el primer sumergible S-80 con AIP instalado, a Polonia, según informa infodefensa.com
Para susto matinal, nos desayunamos hoy, en infodefensa.com, la noticia de que sea una posibilidad el ofrecer el submarino S-83 «Cosme García» a la Marina polaca como parte de una estrategia para adjudicarse el contrato del programa Orka. Desde DYS nos vemos obligados, valga para nada e interese más restringidamente de lo que deseamos, a manifestar nuestra más firme y razonada oposición a dicha propuesta. Consideramos que esta opción constituye un completo despropósito desde el punto de vista estratégico, militar y de seguridad nacional. Si el medio polaco citado por infodefensa –Gosgodarka Morska– está bien informado, y una reunión entre la Armada y la Marina polaca ha tenido lugar para discutir los puntos de una oferta semejante, estaremos al borde de la inopia más lacerante de los últimos años.
La Armada cuenta en la actualidad con una flota submarina escuálida, limitada a un único submarino operativo de nueva hornada, el S-81 «Isaac Peral», además del Galerna, que bastante tiene con tratar de seguir prestando digno servicio hasta la entrada en servicio de sus sucesores. La incorporación progresiva de los 4 submarinos S-80 es una necesidad urgente, no un lujo ni una baza comercial a disposición del mercado internacional. Plantear la enajenación de uno de los próximos buques en construcción -el S-83 o incluso el S-84- sería equivalente a lastrar de forma inadmisible las ya reducidas capacidades de disuasión, vigilancia y proyección submarina de la Armada, comprometiendo su operatividad durante al menos una década adicional.
La defensa nacional no puede supeditarse a los intereses industriales o comerciales de ninguna empresa, por muy estratégica que sea, ni siquiera en el caso de Navantia, cuya participación pública es incuestionable, pero no absoluta hasta el punto de desafuero -o no debería serlo-. Confundir el interés de una empresa -legítimo, sí, pero limitado- con el interés superior del Estado es caer en una visión peligrosamente reduccionista que antepone consideraciones económicas coyunturales a la arquitectura estructural de la defensa.
Así, ofrecer uno de los escasos submarinos en producción a un tercero, por más que se presente como un movimiento hábil o una oportunidad irrepetible, no es sino un ejercicio de irresponsabilidad estratégica. La Armada no puede permitirse perder un sólo casco adicional. Ni ahora, ni en un futuro próximo. Más aún: la planificación a medio plazo debería contemplar una ampliación del programa S-80, más allá de las 4 unidades previstas, para alcanzar una capacidad mínima sostenible y operativa acorde al papel que España debe desempeñar en su entorno geoestratégico, en el seno de la OTAN y en la defensa de sus archipiélagos y áreas de interés marítimo.
No cabe aceptar que el futuro de una capacidad tan crítica como la submarina quede expuesto en un escaparate comercial, al alcance de terceros Estados, cuando lo que se requiere es consolidar y expandir urgentemente nuestra propia fuerza. La cesión de uno de los submarinos a Polonia no sería una victoria para la industria naval, sino una derrota para la defensa nacional. No es una «última gran oportunidad para Navantia«. Puede ser, por el contrario, el inicio de una calamidad estratégica cuyas consecuencias sólo se verían años después, cuando ya no hubiera margen de corrección.
Ni siquiera Estados Unidos -cuyo músculo naval es incomparable con el español- ha tomado aún la decisión definitiva de ceder un único submarino de la clase Virginia a su más estrecho aliado anglosajón en el Indo-Pacífico, Australia. ¿Vamos a plantearnos nosotros, con una fuerza submarina reducida a la mínima expresión, el lujo de prescindir de una de nuestras escasísimas unidades en construcción?
Una empresa estratégica debe contar con respaldo político e institucional para abrirse paso en los mercados exteriores, por supuesto. Pero eso no implica que deba autorizársele la cesión o venta de medios de defensa inalienables y perentorios. Hacerlo sería una forma de negligencia inaceptable, una dejación de responsabilidad histórica.
La defensa nacional no está en venta. Y no lo está porque su razón de ser trasciende lo económico. Es soberanía, es disuasión, es presencia y es garantía de futuro. Vender el S-83 sería, simplemente, no haber entendido nada.
Jorge Estévez-Bujez
defensayseguridad.es
3 respuestas
No se sulfure, que nos quedan noticias como esta a mogollón. Pedro Sánchez vende a su madre si hace falta, así que si tiene que vender todos los S-80 lo hace sin inmutarse. Todo por la paz.
Otro tema es: ¿por qué Navantia no tiene capacidad para construir 3 o 4 submarinos a la vez? Es la única manera de poder adelantar los calendarios y que Polonia diga que nos ama.
Saludos.
Navantia no tiene la capacidad simplemente por los astilleros. Su único astillero capaz de construir submarinos está en Cartagena y da para ir de uno en uno, al igual que en Ferrol con las F-110. Meterse en la construcción de otro astillero, dique y demás talleres necesarios seguramente sea bastante costoso y tarde demasiado en materializarse. Un saludo.
Nuestras necesidades defensivas estan relacionadas con nuestros conflictos y actualmente no hay conflicto. Lo q vaya a pasar con Marruecos será en un futuro, hay tiempo para seguir construyendo y desarrollando el S80. Si existe la posibilidad de vender el s-84 sería una buena noticia.