Francia construiría, ella sola, un caza de 6ª generación -sin España ni Alemania-: «No hay necesidad de preocuparse», afirma un alto funcionario galo
Francia ha elevado la tensión dentro del programa FCAS (Future Combat Air System) al advertir, otra vez, que está dispuesta a construir el futuro caza de 6ª generación sin Alemania ni España. La «insinuación», recogida por politico.eu hace sólo unas horas en declaraciones de un alto funcionario francés, no sólo refuerza el acostumbrado tono unilateral que Dassault Aviation lleva tiempo esgrimiendo, sino que introduce otro elemento de presión directa sobre sus socios, especialmente en un momento en que el consorcio europeo acumula fricciones técnicas, industriales y políticas de difícil contención. Los prolegómenos de la reunión de octubre entre los 3 socios para tratar de reconducir el Programa no puede dejar peores sensaciones de lo que lo está haciendo.
«Si no llegamos a un acuerdo sobre el FCAS, no hay necesidad de preocuparse por el hecho de que Francia ya ha construido, sabe cómo construir y construirá un avión de combate en solitario«, afirmó el funcionario francés bajo condición de anonimato, consciente de la gravedad de una posición que podría dinamitar el programa conjunto, si es que no lo ha hecho ya.
El mensaje no es nuevo en su contenido, de hecho , ahonda en la línea de los exabruptos del consejero delegado de Dassault de los últimos tiempos –Trappier-pero sí en su forma. Por primera vez, París insinúa con claridad, no ya que quiere acumular más poder en el Programa, sino que está dispuesta a activar un plan alternativo -quizá no exclusivamente nacional, pero sí controlado por Francia- para desarrollar el New Generation Fighter (NGF), el núcleo central del FCAS. “Solo no significa sólo en Francia; podríamos involucrar a un ecosistema europeo de subcontratistas”, matizó el mismo portavoz.
La noticia de politico.eu llega apenas semanas después del mediático encuentro celebrado en la residencia de Bregançon -Francia-, donde el mandatario galo, Emmanuel Macron y su homólogo alemán, Friedrich Merz, trataron, sin España, el futuro del FCAS. Como señalamos en defensayseguridad.es el pasado 28 de agosto en aquel día: “Hoy, mientras Macron y Merz negocien en Bregançon el devenir del FCAS, ocurrirá como siempre: como si el futuro de Europa estuviera de nuevo en sus manos… pero sólo habrá 2 en la mesa de decisiones.”
La posición de Dassault, ratificada esta semana por Trappier ante la Asamblea Nacional francesa, insiste en la necesidad de garantizar el control francés del diseño del caza, advirtiendo que la actual estructura de gobernanza sólo traerá retrasos -algo que ya está ocurriendo-. “No estoy en contra del proyecto, pero cuando Alemania dice que va a excluir a Francia, ¿no les molesta?”, espetó Trappier a los diputados tras los rumores, esta semana, de que Alemania, a la vista de las advertencias de Francia, explora posibilidades de asociación y alternancia en caso de que el FCAS no salga adelante.
Lo cierto es que desde Berlín, el malestar crece y ya es abiertamente manifiesto e indisimulado y, sí, es cierto, como afirma Trappier, que Alemania estaría valorando un acercamiento a Suecia o incluso al Reino Unido -socio principal del programa rival GCAP-. Si la fractura con París se vuelve irreversible, Alemania, como es natural, buscará su espacio, probablemente con España de socio. La posibilidad de un “divorcio técnico” dentro del FCAS ya no es un escenario lejano, sino una derivada plausible si no se reconduce el liderazgo industrial del NGF antes de fin de año. Como hemos venido informando hace meses, la dinámica en que ha entrado el Programa no hace presentir nada bueno, y sería del todo inesperado que toda esta suerte de encontronazos, que suman decenas de declaraciones disonantes y hasta displicentes, en algunos casos, son un oscuro presagio de la que podría ser una cercana cancelación, o cuando menos modificación, del Programa tal y como lo conocemos.
El calendario también se estrecha, como no puede ser de otro modo cuando las desavenencias frenan el proyecto. Francia ha reiterado que la fecha de 2040 para la entrada en servicio del sistema no es negociable, especialmente por el rol previsto para los sistemas del FCAS en la disuasión nuclear gala. En este contexto, incluso los matices técnicos se tornan estratégicos: mientras Alemania aboga por un avión de 18 toneladas, Francia insiste en una plataforma más ligera, de 15 toneladas, capaz de operar desde portaaviones, algo que no está en la agenda de Alemania (la aviación naval embarcada). La diferencia no es menor: afecta al diseño del motor, la arquitectura estructural y el desarrollo de demostradores, lo que significarían modificaciones quizá demasiado profundas en el caza.
En nuestra opinión, el problema, sin embargo, no reside sólo en las toneladas ni en las cuotas de liderazgo. Lo más preocupante es el silencio político. Hay quienes sostienen que Francia no respalda a Trappier en su postura, sobre todo por cuanto de asunción del coste del FCAS tendría para París, pero, como ya hemos advertido en otras ocasiones, “Dassault no está sola en esto; Dassault tiene permiso del Elíseo para conducirse como lo ha hecho”, escribíamos semanas atrás; porque la falta de una respuesta clara desde el gobierno francés a las presiones de su industria parece confirmar esa sospecha. Macron no ha desautorizado a Trappier. Ni una vez. Ni una palabra.
En paralelo, y en lo que a España se refiere, sigue en el margen. Sin una voz rotunda, sin visibilidad y sin garantías de decidir en un hipotético futuro nuevo reparto. Aquel 33 % simbólico con el que se anunció el FCAS en su acuerdo tripartito se va disolviendo entre comunicados unilaterales, movimientos diplomáticos bilaterales y una asignación de roles que desdibuja el de España. No se trata ya de esperar un asiento en la mesa: se trata de defender que lo hubo, y que sigue teniendo valor, porque el trabajo de la industria de España, insistimos, está ahí, está cumpliendo plazos, estándares y logrando categoría final del producto.
Si el FCAS fracasa, será por la incapacidad de algunos para cooperar entre iguales. Si se mantiene, pero se pervierte su espíritu fundacional, el coste político será igualmente alto. España corre el riesgo de pagar ambos precios en un Programa donde, al menos en lo que nos atañe, hemos cumplido como se esperaba.
Jorge Estévez-Bujez
defensayseguridad.es