Francia avanzará hacia la 3ª pista de catapulta electromagnética en el futuro portaaviones nuclear

EL Charles de Gaulle. Foto: Marine Nationale
La estrategia naval francesa para un futuro ya no tan lejano, adquiere un nuevo matiz con la confirmación del avance de la adquisición de la que sería una 3ª pista de lanzamiento del sistema electromagnético de aeronaves (EMALS) para el futuro portaaviones PA -Ng, según el proyecto de presupuesto francés para 2026. La decisión subraya la, de momento, ambición de la Marine nationale de dotar a su próxima gran unidad aeronaval de plena capacidad de proyección, interoperabilidad y modernización tecnológica. La concreción técnica será, según parece, una realidad por tanto.
El documento presupuestario indica que los créditos se destinan tanto a la adquisición de la pista adicional como a la actualización basada en datos del sistema de mando y control del buque. En la misma línea, el presidente de la república reafirmó hace unos meses su intención de elevar significativamente el gasto en defensa —se prevé un aumento de 3.500 millones de € en 2026, seguido de otros 3.000 millones en 2027— ante el deterioro del entorno de seguridad europeo.
Este escenario refuerza la comprensión de que la 3ª pista no responde únicamente a una mejora técnica, sino a una decisión estratégica de alto nivel sobre el modelo de portaaviones que Francia desea para las próximas décadas.
A tenor de los diseños preliminares del PA -Ng, la disposición contempla 3 catapultas electromagnéticas —dos al frente y una en la cintura del buque—, frente a las dos actuales que emplea el portaaviones Charles de Gaulle. Este cambio tiene sustanciales ventajas operativas, muy considerables: mayor ritmo de lanzamiento, integración de vehículos aéreos no tripulados así como de aeronaves tripuladas de peso y prestaciones crecientes. Además, la electrificación completa del hangar‑cubierta, junto con los nuevos reactores nucleares de tipo K22, refuerzan la capacidad de autonomía y potencia del buque. El sistema EMALS permite calibrar la energía de lanzamiento en función de la carga de la aeronave, lo que supone una ventaja frente a los antiguos sistemas de vapor tanto en rendimiento como en mantenimiento.
Es innegable que Francia necesita mantenerse a la vanguardia entre las marinas de guerra europeas y de la alianza atlántica, a pesar de que, como es evidente, las limitaciones de una sola cubierta siempre van a estar ahí. A pesar de todo, la incorporación de una 3ª catapulta no es un mero lujo técnico: se enmarca en una lógica de disuasión, de despliegue interoceánico y de interoperabilidad con sistemas aliados —en particular de la UsNavy—.
No obstante, su ejecución planteará complejidades presupuestarias, industriales y políticas: la decisión definitiva sobre el número de pistas sigue siendo “política” y requiere una validación técnica, industrial y presupuestaria de primer nivel. Al mismo tiempo, la fase de diseño detallado continuará hasta 2026, con los contratos principales de construcción previstos para ese año, y el inicio del ensamblaje del casco estimado hacia comienzos de la década de 2030.
Por tanto, la autorización para una 3ª pista EMALS abre un nuevo capítulo para la escuadra gala, pero lo hace bajo la sombra de plazos exigentes, complejidad industrial elevada y un entorno de seguridad europeo —y mundial— que impone una modernización urgente. Esta iniciativa confirma que la Marine Nationale se prepara para un portaaviones más potente, en el que el salto tecnológico no es opcional sino imprescindible, pero no exento de riesgo.
Redacción
defensayseguridad.es

