¿Se marcha Francia? El futuro incierto del Eurodrone
Francia… siempre Francia. Los rumores respecto de París son un bullir inagotable en las últimas semanas. No hay prácticamente una sola, desde el París Air Show, en que los franceses no nos sobresalten con algún tipo de amenaza de defección, de abandono, de extracción de sí mismos respecto de los planes en que convivíamos con ellos, al menos en precario. Los galos habrían comenzado a explorar la posibilidad de retirarse del programa Eurodrone, una iniciativa conjunta con Alemania, España e Italia para desarrollar un drone MALE (Medium Altitude Long Endurance) europeo. El objetivo del Eurodrone es -¿era?- dotar a las fuerzas aéreas nacionales de capacidad de vigilancia y ataque estratégico profundo, pero ahora París cuestiona su pertinencia y los costes del programa, dicen, en el nuevo contexto geopolítico.

Según La Tribune, desde hace semanas el Gobierno francés ha solicitado a sus países socios una evaluación conjunta de las consecuencias operacionales e industriales de una eventual retirada. La decisión, que aún no ha sido tomada, podría concretarse hacia finales de este verano o principios de otoño. París insiste en que cualquier decisión será coordinada y estudiada, lo que no resta un ápice de gravedad. Un tortazo, por avisado que esté, no deja de serlo.
Por su parte, galaxiamilitar.es confirmaba ayer que Francia ya había iniciado formalmente consultas con Alemania, España e Italia, quienes firmaran en 2022 un contrato por 21 sistemas y hasta 63 drones. Esta situación. como no podía ser de otro modo, ha generado tensiones diplomáticas, especialmente con Alemania, que se ha mostrado molesta por la forma en que ha trascendido la información y porque, todo hay que decirlo, ya venía con el gesto cariacontecido desde que días atrás, Trappier, el incontenible verbo de Dassault, tensionara todos los remaches del otro gran programa europeo aeronáutico: el FCAS.
Argumentan los galos que el Eurodrone acumula retrasos y sobrecostes, y que París quiere reorientar el dron hacia tareas de seguridad y vigilancia territorial -algo para lo que, quizá, no sería necesario un dron pesado y de gran capacidad como es el Eurodron-. También existen dudas sobre la capacidad de Airbus Defence y Dassault Aviation para cumplir plazos competitivos; no en vano, sistemas mucho más probados, como el MQ-9 Reaper estadounidense, llevan años de ventas y presencia en el mercado.
Una retirada francesa afectaría el número de sistemas previstos, a la distribución industrial y podría impactar a cientos de trabajadores. Se abriría la puerta a renegociaciones industriales y posibles penalizaciones contractuales, aunque Francia busca una salida negociada.

Geopolíticamente, la retirada dañaría la credibilidad europea en su defensa autónoma, justo en un tiempo en el que más se necesitan actos de fe en la defensa conjunta continental. Alemania, España e Italia podrían optar por continuar el programa sin Francia, aunque implicaría reajustes financieros y de gobernanza, pero, llegados a este punto, no cabe otra, creemos, que seguir adelante y no mirar atrás. Abandonar todo el desarrollo, el conocimiento y la inversión realizada sería un disparate monumental. Francia puede elegir otros caminos, pero el resto no puede, no debe, orillar un proyecto llamado a ser capital en los próximos años.
Francia parece estar a gusto en las encrucijadas que ella misma provoca. Entre mantener su compromiso con la defensa europea común o ajustar sus prioridades nacionales, elige ambas, pero desde su óptica, lo que es lo mismo que elegir el interés propio, en detrimento del común. Y éso, que no es necesariamente malo y puede responder a una exigencia compulsiva de reafirmación nacional gala, torna en despreciable -hacia sus socios- cuando se traicionan desarrollos, proyectos o programas conjuntos, con varios años de recorrido y trabajo en común.
Ebujez
defensayseguridad.es

