Alemania y sus nuevos P-8
La reciente entrega a la Armada alemana del primer avión Boeing P -8A Poseidon tiene un aire de cierto simbolismo, sobre todo en un entorno marítimo europeo en creciente tensión; creciente a niveles de los 80, como poco. Esta aeronave de patrulla marítima y guerra antisubmarina (MPA/ASW) representa un salto mayor en las capacidades de vigilancia marítima de Alemania y, al mismo tiempo, ofrece un espejo al estado de las futuras capacidades españolas en el mismo campo. Es terreno de debate, cuando no de discordia, pero nunca está de más apuntarlo.
Alemania: modernización marítima con propósito estratégico mucho más que amplio.
El contrato alemán, iniciado en 2021 para reemplazar la envejecida flota P -3C Orion, contemplaba inicialmente la adquisición de sólo 5 P -8A, iniciado mediante el conocido mecanismo de Foreign Military Sales (FMS) estadounidense. Ante el agravamiento del entorno de seguridad desde 2022, Berlín incrementó el pedido a 8 unidades, y hoy contempla la posibilidad, incluso, de adquirir 4 más, elevando el total a 12.
El avión recién entregado fue producido en la planta de Boeing en Seattle y será integrado a la base alemana de aviación naval en Nordholz, a cargo del Marinefliegergeschwader 3. Los futuros tripulantes alemanes están siendo formados en Jacksonville, EE. UU., con cursos de conversión que se prolongan durante meses debido a la complejidad del sistema.
El alto mando naval describe al P -8A como un “guardián volador”, como informa el portal Defence News, destacando su mayor autonomía, sus sensores avanzados y su capacidad para misiones prolongadas. En el contexto del mar Báltico, ese fortalecimiento se vuelve esencial frente a la presencia naval rusa, así como ante el uso de buques comerciales -la llamada “flota en la sombra”- para evadir sanciones, desplegar capacidades discretamente, atacar infraestructura crítica (cables) o desplegar drones… y cualquier eventualidad de las anteriores ya se está dando.
Una particularidad relevante es que el mantenimiento y soporte de los P -8 serán gestionados por empresas nacionales como ESG y Lufthansa Technik, lo que permite cierta mitigación del riesgo de dependencia tecnológica plena, por más que sólo se trate de cierto, digamos, maquillaje de soberanía.
Lecciones para España: brechas, opciones y urgencia
España, al haber retirado sus P -3 Orion sin reemplazo en tiempo, forma y lugar, afronta una brecha de capacidades en vigilancia marítima y guerra antisubmarina sobre un litoral extenso, estratégico (Atlántico, Mediterráneo, Canarias, zonas submarinas, etc.) y convulso. Esa deficiencia cobra especial relevancia en el tiempo que vivimos ante amenazas híbridas, pero también en la protección de infraestructuras vitales sumergidas (cables, gasoductos, enlaces submarinos). España, a pesar de haber defenestrado su capacidad de patrulla al abandonar los Orion sin actualizarlos, y abrir esa ventana de años sin material adecuado para esas funciones, optó finalmente por los C-295, en las versiones MPA y MSA (VIGMA), de los que se incorporarán 8 de cada capacitación. No es poco, desde luego, pero todavía se percibe humeante el arduo debate habido en torno a la bondad de los aviones seleccionados, de Airbus, frente al poderío del P-8 de Boeing.
No es nuestra intención hoy reabrir heridas, pero el hecho de contemplar la incorporación de magníficos aparatos de patrulla marítima por otras armadas hace inevitable traer de nuevo a la mente la situación española. La todavía reciente elección alemana significó, en su momento, que en el teatro marítimo europeo la defensa no admite esperas prolongadas. Una plataforma como el P -8A no sólo ofrecía un instrumento de vigilancia, sino que actúa como elemento disuasorio y de control estratégico en flancos marítimos sensibles, con un rendimiento óptimo y unas capacidades sobresalientes.
Lo que para Alemania es hoy un motivo de alegría, para España supone un recordatorio: el espacio marítimo no admite vacíos críticos. No hablamos de la bondad de una u otra elección de aparatos, porque estamos de acuerdo que el C-295 podrá cumplir con lo que se le exija y resultar eficaz a nuestra defensa; hablamos del vacío, de años sin esa capacidad, y por tanto hablamos de dejación y falta de previsión. En un contexto de modernización a marchas forzadas, se debió decidir antes, con la urgencia y diligencia debidas. Las dilaciones todavía pueden costar más caro de lo esperado.
Redacción
defensayseguridad.es