Portugal estudia la adquisición de nuevos cazas de combate. Parte de la prensa lo tiene claro: F-35
En un momento en el que varios países europeos están acometiendo una modernización acelerada de sus fuerzas aéreas, Portugal comienza a explorar opciones para reemplazar su actual flota de F-16AM/BM Fighting Falcon, que, pese a haber sido modernizada, se aproxima a los límites de su vida útil operativa. La Fuerza Aérea Portuguesa (FAP), integrada plenamente en la estructura de la OTAN, necesita un sistema de armas que garantice la continuidad de sus capacidades de superioridad aérea, defensa del espacio nacional y contribución efectiva a las operaciones aliadas; pero, además, desea un caza que suponga un ascenso exponencial de capacidades, algo que, hoy por hoy, sólo representa el F-35 de Lockheed Martin. En cualquier caso, no es el único candidato, y hay no pocos aparatos que podrían, perfectamente, adecuarse a las necesidades operativas de la FAP y, sobre todo, a su disponibilidad presupuestaria.
En este contexto, algunos sectores de la prensa portuguesa, como decíamos, han comenzado a posicionarse a favor de la selección del F-35A Lightning II de Lockheed Martin, el 5ª generación de mayor predicamento en aliados cercanos como Italia, Gran Bretaña, Noruega, Dinamarca o Países Bajos. La posible adhesión de Portugal al ecosistema F-35 reforzaría la interoperabilidad dentro de la Alianza Atlántica y permitiría el acceso a una plataforma probada, con un largo horizonte operativo y actualizaciones permanentes bajo el paraguas del programa multinacional. Todo ello, hay que decirlo, con un consumo de recursos ingente que haría replantear gran parte del sistema defensivo portugués.
No obstante, otras opciones tecnológicas merecerían también una evaluación rigurosa. Entre ellas destacan las conocidas alternativas europeas, algunas de las cuales son:
- El Gripen E de Saab, un eficaz caza sueco, diseñado para entornos de alta disponibilidad operativa, con un coste unitario y de ciclo de vida sensiblemente inferior al de sus competidores, lo que es una ventaja para economías contenidas, como la portuguesa. Además, ofrece ventajas en cuanto a soberanía tecnológica y flexibilidad logística, lo que llevaría a ventajosos acuerdos, incluso, de fabricación o ensamblaje del aparato, total o parcialmente, en suelo del comprador.
Saab Gripen. Foto: Fuerza Aérea Sueca - Otra alternativa plausible es el Rafale de Dassault Aviation, en la versión F5, por qué no; una evolución del caza polivalente francés que integrará nuevas capacidades de combate en red, superioridad electrónica y armamento aire-aire de largo alcance. Francia ha mostrado disposición a expandir la base de usuarios del Rafale en Europa y podría ofrecer vías de financiación o cooperación industrial atractivas para Lisboa, aunque probablemente no en el sentido amplio de los suecos.

- El Eurofighter Typhoon, también, por qué no, en su estándar 5, que incorporará mejoras sustanciales en sensores, radar AESA y armamento inteligente, y que podría ser también una opción natural, especialmente si Portugal opta por mantener una línea de integración en el marco del eje ibérico de defensa con España. Esta vía, a todas luces muy interesante también para España, podría abrir opciones de mantenimiento conjunto, adiestramiento coordinado y economías de escala en adquisición y sostenimiento.
Eurofighter completamente cargado de argumentos
El Ministerio de Defensa portugués no ha hecho pública ninguna decisión al respecto, ni ha lanzado aún un proceso formal de selección. Sin embargo, y a pesar de que la negativa a hacerse con el F-35 gana adeptos en Portugal, se espera que, en el marco de la revisión estratégica de capacidades que impulsa la Alianza, y ante la renovada presión sobre las capacidades aéreas de primera línea en Europa, se avance hacia una definición final en el trienio 2025-2028.
Portugal enfrenta una decisión trascendental, como muchos aliados en este momento coyuntural tan llamativamente tenso. No se trata sólo de adquirir una plataforma de combate, sino de definir un rol operativo concreto en el seno de la OTAN, una relación industrial, bien con el entorno europeo, en línea con los postulados teóricos que se difunden, o bien con los EE.UU., en línea también con lo que la mayoría de los aliados continentales están haciendo en determinados sistemas; y un nivel de ambición defensivo con el que encarar la próxima década.
Jorge Estévez-Bujez
defensayseguridad.es