BAM ASW: nuevos buques, nuevas posibilidades
El programa de los Buques de Acción Marítima con capacidades antisubmarinas, conocidos como BAM ASW, está a punto de convertirse en uno de los movimientos más relevantes de la Armada en los últimos años. A distancia de proyectos de mucha más envergadura, como los futuros LHD, el portaaviones CATOBAR, o las F110, sí que son una particularidad que merece ser comentaba. No es sólo la ampliación de una serie ya conocida, sino un paso hacia un tipo de misión y exigencia que, hasta ahora, esta clase de buques no habían afrontado. La expectativa es, por tanto, alta; al tiempo que la valoración que se hace en medios y redes sobre esos navíos es todavía incipiente y no demasiado construida, a la espera de conocer en detalle el futuro encargo de construcción de estos 2 buques.
El BAM Tornado. Foto: Armada
Los BAM, nacidos del diseño Avante 3000 de Navantia, se ganaron su sitio como patrulleros oceánicos versátiles. Meteoro, Rayo, Relámpago, Tornado, Audaz y Furor son hoy piezas habituales en escenarios muy diversos, desde operaciones antipiratería hasta vigilancia en zonas de interés estratégico, presencia y disuasión. Pero el salto que propone la nueva versión antisubmarina es distinto: supone adentrarse en un terreno donde la detección, el sigilo y la capacidad de respuesta técnica marcan la diferencia, sobre todo cuando hablamos de buques de tamaño tan contenido para misiones de ese segmento.
Dejemos mientras tanto en su dique al BAM-IS, el Poseidón (A-21), actualmente en construcción en Puerto Real/San Fernando. Tiempo habrá de dar cumplida reseña sobre este también novedoso barco; aunque es seguro que el Poseidón está siendo un eficaz banco de pruebas de muchas soluciones que después podrán adaptarse a los BAM ASW.
En paralelo a la construcción del Poseidón, se ha dado luz verde a la de 2 nuevos BAM con capacidades antisubmarinas puras, con un presupuesto estimado de 550 millones de euros. El contrato, aún pendiente de firma, está prácticamente cerrado según fuentes cercanas al programa. La definición de estos buques ya está hecha: sensores avanzados, sonar de casco y remolcado, y -gran novedad- misiles antibuque NSM, un salto cualitativo para una plataforma que tradicionalmente no había sido pensada como vector ofensivo de primer nivel. La apuesta por armar estos BAM en un nivel desconocido en la familia, tiene un valor estratégico obvio, pero no por ello menos sorprendente, habida cuenta de la tradicional escasa pegada que atesoran nuestros navíos de un tiempo a esta parte. En un momento de crecientes tensiones marítimas con respecto de las Zonas Económicas Exclusivas y los recursos estratégicos submarinos -Argelia, Marruecos-, así como el aumento constante de la actividad submarina en áreas cercanas a Europa, disponer de pequeños buques especializados capaces de detectar, seguir y, llegado el caso, neutralizar amenazas submarinas es una capacidad que coloca a la Armada en un nuevo, pero no desconocido, escalón, del que nos apeamos cuando las formidables Descubierta fueron, primero reconvertidas en patrulleros, y luego desactivadas sin recambio. No se trata sólo de poder de fuego: la verdadera fuerza de estos BAM ASW residirá en su capacidad para integrarse en redes de información y actuar como nodos móviles de vigilancia… además de, por supuesto, poder enfrentar con solvencia y argumentos la amenaza.
El Patrullero Infanta Cristina, P77, ex-corbeta Infanta Cristina, una de las afamadas «Hormigas atómicas» de la Armada. Foto: MinDef
Sin embargo, el entusiasmo no debe ocultar las incógnitas. Incorporar capacidades antisubmarinas reales no es sólo cuestión de instalar sonar y torpedos. Requiere un entrenamiento intensivo de unas tripulaciones que están al mínimo de efectivos y al máximo de exigencia operativa, tensionadas, sin que veamos aún de qué manera piensa el Ministerio nutrirlas debidamente. También hay que implantar una doctrina operativa adaptada y una cadena logística capaz de sostener sistemas más complejos y exigentes. Y ahí está la verdadera prueba: que los BAM ASW no se queden en un titular tecnológico y novedoso, sino que se conviertan en herramientas operativas fiables y con continuidad.
Si todo se cumple según lo previsto, en los próximos años veremos a la Armada con un Poseidón listo para misiones de rescate y a 2 BAM ASW patrullando con un perfil mucho más letal que al que estamos hechos. Será, sin duda, un cambio de imagen y de capacidad. Pero, como siempre en defensa, el éxito no se medirá por el día de la botadura, sino por la eficacia silenciosa con la que estos buques puedan cumplir su misión allí donde nadie los vea.
Redacción
defensayseguridad.es