FCAS: sin decisión, sin fecha y sin pulso político común. «La decisión se pospone indefinidamente»
La parálisis se instala en el corazón del mayor programa militar europeo mientras Dassault sigue marcando su ritmo
Basado en la información publicada por los compañeros de Hartpunkt.de – texto original de Lars Hoffmann

“Contrariamente al plan original, aún no se ha tomado una decisión definitiva sobre la continuación del proyecto FCAS para finales de año”.
Con esta frase, un portavoz del gobierno alemán desmontó ayer, sin dramatismo pero con claridad, lo que ya era un secreto a voces: el Futuro Sistema Aéreo de Combate europeo (FCAS) no tiene hoja de ruta definida, ni fecha para definirla. Lo adelantan los colegas de Hartpunkt.de, en una pieza firmada por Lars Hoffmann que confirma lo que muchos ya temíamos y venimos anunciando: el calendario político franco-alemán ha vuelto a tumbar la urgencia industrial y tecnológica del programa más ambicioso del continente.
Porque no se trata sólo de plazos incumplidos, sino de una falta de alineamiento estratégico entre los 2 principales impulsores del programa. Según el portavoz citado por Hoffmann, “la amplia agenda franco-alemana en materia de política exterior y de seguridad no ha permitido abordar el tema de un avión de combate conjunto entre el presidente y la canciller federal”. La frase es seca, burocrática, pero el fondo es cristalino: la voluntad política no alcanza, y sin ella el FCAS no avanza. Y si la voluntad política no alcanza, hay poco más de qué hablar.
Dassault sigue mandando el compás
El problema es conocido, abundar más significa remar en el hartazgo, pero la información es la que es, y no queda otra. El consorcio trinacional (Francia, Alemania, España) arrastra tensiones desde sus orígenes, pero es la posición de Dassault Aviation, especialmente en torno a su papel central en el diseño del caza de nueva generación (NGF), la que ha mantenido el proyecto en una constante situación de bloqueo técnico y político. La industria francesa exige más control sobre partes clave del desarrollo, y aunque recientemente se anunció que se había desbloqueado la Fase 1B, las heridas siguen abiertas.
La última señal de humo blanco debía llegar, según Pistorius, antes de terminar el año. Pero el Consejo Europeo del 18 y 19 de diciembre, que parecía el escenario propicio para una foto política fuerte entre Scholz y Macron, pasó página sin ni siquiera rozar el tema. Ucrania, la financiación europea y la crisis presupuestaria alemana desplazaron cualquier otro debate, y el FCAS quedó, una vez más, en la carpeta de los proyectos pendientes.
Sin decisión, no hay confianza
En ausencia de una decisión formal sobre la continuidad del FCAS, la incertidumbre no es un estado transitorio, sino un clima permanente. Y más parece que la falta de decisión es la decisión en sí: dejarlo morir. Las industrias involucradas trabajan a ciegas o se repliegan. Airbus, Indra y las decenas de subcontratas y PYMEs asociadas al programa ven cómo los ritmos políticos contradicen las necesidades industriales.
Y si algo no tolera un programa de esta envergadura es el estancamiento. Sin una señal clara de continuidad, el proyecto pierde oxígeno financiero, legitimidad política y atractivo para los socios menores. Incluso en España, país que ha mantenido un perfil más bajo en los conflictos internos del consorcio, se empiezan a elevar voces críticas desde el sector, lo cual no debiera sorprender a nadie.
Y sin motor político no hay caza europeo
El FCAS no está muerto, pero tampoco está vivo, decíamos hace días. Está en ese terreno gris donde los proyectos europeos suelen instalarse cuando falta lo esencial: voluntad política clara, plazos vinculantes y responsabilidad compartida. Es un no-muerto al que nadie da la puntilla.
Lo que debía ser el símbolo de la autonomía estratégica europea se ha convertido en el reflejo de sus carencias estructurales. Muchos insisten en que este tipo de programas, compartidos, multinacionales, evidencian las carencias de unidad en el seno de la Unión Europea; pero no es así, no siempre lo ha sido. Hay innúmeros programas multinacionales de armamento que han saludo y siguen saliendo adelante. Lo del FCAS es, sencillamente, uno de los que moran en el inventario de abortados. Y, mientras tanto, otros actores —como el Reino Unido con su programa Tempest (GCAP)— avanzan sin mirar atrás.
Agradecemos a Lars Hoffmann y al equipo de Hartpunkt.de por su cobertura precisa y oportuna. Porque, al final, sin periodismo riguroso, sólo quedarían las notas de prensa, cuando las hay.
Jorge Estévez-Bujez
defensayseguridad.es

