La crisis de Perejil: un conflicto en la zona gris con implicaciones estratégicas.

La crisis de Perejil: un conflicto en la zona gris con implicaciones estratégicas.

Por Mario López Vittori

Simpatizantes de la anexión marroquí de territorios españoles. Foto: El Faro de Ceuta

La crisis de Perejil comenzó el 11 de julio de 2002, cuando un grupo de gendarmes marroquíes ocupó el islote, conocido como Perejil por España y llamado Laila o Leila (“la isla”) o Tura (“vacío” en bereber) por Marruecos. Marruecos justificó la acción como parte de una operación contra el contrabando y el terrorismo, mientras que el gobierno de España interpretó el movimiento como una provocación deliberada por parte del monarca Mohamed VI y su círculo más cercano.

Los precedentes:

La retirada del embajador de Marruecos en España (el 27 de octubre de 2001) no estuvo acompañada de una explicación formal, lo que causó la perplejidad el gobierno español. Sin embargo, estaba claro que se debía a una serie de desencuentros: problemas en la negociación de la renovación del Acuerdo de Pesca entre la Unión Europea y Marruecos para que buques europeos pudieran faenar en aguas marroquíes, dado que la mayoría de la flota pesquera europea era española -la mitad gallega-, estaba claro a quién perjudicaba mayormente; la gestión de los flujos migratorios y lucha contra el narcotráfico procedente de Marruecos con destino Europa a través de España y algunas declaraciones, junto con los graves incidentes de El Ejido, de especial gravedad a ojos marroquíes; también el apoyo español, tanto de la sociedad civil como intelectuales a la causa independentista del Sáhara Occidental y la oposición del gobierno español del Partido Popular al Plan Baker I, proyecto de autonomía marroquí para el Sahara Occidental, y por último, el despliegue en aguas de Alhucemas a principios de 2002 de una formación naval española con varias corbetas y dos LST, aunque eran unos meros ejercicios de instrucción, fueron considerados una provocación por la monarquía alauí.

La Isla Perejil

Zona gris, estrategia híbrida.

La ocupación marroquí del islote rompió el statu quo territorial, generando una crisis que, aunque de baja intensidad, tuvo implicaciones geopolíticas significativas. La acción marroquí puede interpretarse como una estrategia híbrida, ya que combinó elementos militares (despliegue de gendarmes, luego de infantes de marina), políticos (desafío al statu quo) y de gestión de la opinión pública. En el caso de Perejil, Marruecos explotó la ambigüedad sobre la soberanía del islote, generando incertidumbre en la respuesta española. Además, la acción fue de baja intensidad, lo que dificultó a España justificar una reacción militar contundente que no pareciera desproporcionada. La narrativa marroquí, que presentaba la ocupación como una medida de seguridad, buscó legitimar su acción y complicar la posición española en el ámbito internacional. Aunque el islote en sí tenía un valor estratégico casi nulo, el conflicto reflejó tensiones más amplias en las relaciones hispano-marroquíes, especialmente en torno a Ceuta, Melilla y los peñones, además de la política del gobierno español sobre el referéndum del Sáhara, así como el acuerdo de pesca con la UE.


La Operación “Romeo Sierra”.

Mientras se intenta normalizar la situación mediante la diplomacia, se preparaba una operación conjunta de las fuerzas armadas, conocida por las siglas RS (Romeo Sierra, alfabeto fonético militar), con significado ambiguo (Restablecer Status, o Recuperar Soberanía). Desde el primer día de la crisis (11 de julio), se tuvo sobre la mesa la operación militar, a la que el JEMAD, almirante general Moreno Barberá, se opuso tres veces, en palabras del propio presidente Aznar, pero no los tres jefes de Estado Mayor de Tierra, Mar y Aire.
La recolección de inteligencia en una operación así es vital. El fallo del CESID al no prever la crisis causó sorpresa en el gobierno español. En realidad, la sorpresa del movimiento marroquí se debió a que fue orquestado por un pequeño grupo de palacio, muy cercano al rey Mohamed VI, sin la participación ni conocimiento previo ni del gobierno ni de las fuerzas armadas marroquíes, pues el envío del patrullero con los gendarmes a bordo fue orquestado con la mayor discreción, como si de una operación rutinaria se tratara. Para el gabinete de crisis español y su Estado Mayor era urgente saber qué disposición de fuerzas había no tanto en Perejil, que en realidad no era más que una roca -descartándose rápidamente, por su orografía, tanto el asalto con buzos como con paracaidistas, y optándose por uno helitransportado-, como en sus alrededores. Si había artillería antiaérea, como los vetustos sistemas Chaparral de los que disponía el ejército marroquí, podía ser un problema para los helicópteros, así que se pensó en un reconocimiento aéreo y satelital.

Los escollos para ello fueron la baja el año anterior de los aviones RF-4 Phanton del Ejército del Aire, que fue imposible volver a activar, y la no disponibilidad del sistema Helios, dos satélites militares de teledetección franceses con participación de otros países europeos, entre ellos España, sobre lo que se levantaron sospechas, debido a la postura diplomática francesa durante la crisis, pues no apoyó la postura española. Finalmente, la 4ª Escuadrilla de la FLOAN, con sus aviones Cessna Citation II (CE-550), consiguió las imágenes pertinentes, que mostraron que no había amenaza cercana.

El comandante del Mando de Operaciones Especiales (MOE) durante la crisis de Perejil era el General de Brigada Pedro María Andreu Gallardo. Andreu Gallardo lideró la planificación y ejecución de la operación. Con la información disponible, se planeó para el 14 de julio, sin embargo, se pospuso, intentando la vía diplomática. Los miembros del MOE se prepararon intensamente, con el asesoramiento de la infantería de marina. Mientras, los gendarmes marroquíes fueron relevados por infantes de marina (6 en total). Al saberse que el día anterior que iba a producirse una visita de medios de comunicación, entre ellos internacionales, se aprobó la operación para el 17 de julio.

En esos momentos ya había un despliegue considerable de las Fuerzas Armadas:

Despliegue naval:

– El buque anfibio “Castilla” (LPD, L-52) actuó como centro de mando y control, equipado con sistemas CIS (Command Information System) para operaciones conjuntas. Estacionado en el Estrecho de Gibraltar, coordinó las acciones de buques, helicópteros, aviones y fuerzas terrestres.
– Las fragatas “Navarra” (F-85), “Numancia” (F-83) y “Baleares” (F-71) estuvieron desplegadas en el área del Estrecho para proporcionar apoyo y seguridad. En el momento de la operación, estaba en la zona la primera, al mando del capitán de fragata Gonzalo Rodríguez Garat.
– Se desplegaron las corbetas “Infanta Elena” y “Cazadora” en la zona de Melilla.
– Media docena de patrulleros (“Laya”, “Cándido Pérez”, “Izaro”, “Dragonera”, P-111 y P-114) vigilaban el entorno marítimo y las embarcaciones marroquíes en la zona de Perejil, bajo el mando del comandante de la “Navarra”. Desde el principio de la crisis, la única amenaza tangible el patrullero “El Lahiq”, no interfirieran en la operación. Los patrulleros “Izaro” y “Laya” se posicionaron junto a “El Lahiq”.
– Hubo un pequeño incidente, la detección de cierto número de embarcaciones que se dirigían a Perejil. Dado que podían ser refuerzos para la guarnición marroquí, se destacó la “Dragonera”, que los identificó como simples pesqueros de cabotaje.

Despliegue Aéreo

El componente aéreo proporcionó cobertura, reconocimiento y transporte para las fuerzas de operaciones especiales. Los elementos aéreos incluyeron:
– Dos cazas F-18 sobrevolando la zona y otros dos en tierra, listos para despegar en cualquier momento, en patrullas de combate aéreo (CAP, Combat Air Patrol).
– Tres helicópteros AS 532 Cougar transportaron a 28 efectivos del Grupo de Operaciones Especiales y de la Infantería de Marina hasta el islote. Estos helicópteros despegaron desde la base de Rabasa (Alicante), repostaron en El Copero (Sevilla) y completaron el salto final a las 06:17 horas del 17 de julio. Como escolta, tres helicópteros UH-1H (HU-10) artillados. Uno de ellos, equipado con altavoces, emitió mensajes en francés instando a los marroquíes a rendirse, actuando también como señuelo para desviar la atención de las fuerzas marroquíes.
– En estado de alerta estaban los cazas Harrier II Plus de la 9ª Escuadrilla de la Armada, listos para proporcionar apoyo aéreo adicional si fuera necesario.
– Reconocimiento: Cámaras de vigilancia del Mando de Artillería de Costa del Ejército de Tierra y patrullas de la Infantería de Marina realizaron labores de reconocimiento previas al asalto, complementadas por información procesada en el Centro de Inteligencia Aérea.


Fuerzas en Reserva:

Las fuentes indican que varias unidades estaban en alerta y disponibles para intervenir en caso de escalada o complicaciones durante la operación:
– Efectivos de la Legión en Ceuta: por su proximidad geográfica y preparación, eran una fuerza de reacción rápida disponible.
– Infantería de Marina: Además de los cinco infantes de marina (dos controladores aéreos avanzados y tres de operaciones especiales) que participaron en el asalto inicial, otras unidades de la Infantería de Marina estaban en alerta tanto en San Fernando (Cádiz), como embarcados en el buque “Castilla”, para proporcionar refuerzos si fuera necesario.
– El Grupo de Operaciones Especiales «Valencia» III, con base en Rabasa (Alicante), tenía elementos adicionales en alerta que podrían haber sido desplegados si la operación requería más efectivos.
– Cazas y helicópteros adicionales: Aunque no se especifica el número exacto, el Ejército del Aire mantuvo cazas F-18 y Mirage F-1 en alerta en sus bases, listos para reforzar la cobertura aérea. Asimismo, helicópteros adicionales podrían haber sido movilizados desde bases como El Copero o Alcantarilla si la situación lo requería.
– Además de los patrulleros de la Armada, la Guardia Civil mantuvo embarcaciones en la zona, como la patrullera que detectó inicialmente la ocupación marroquí el 11 de julio. Estas unidades estaban disponibles para apoyar tareas de vigilancia o evacuación.

Contexto y Ejecución.

La operación, ejecutada a las 06:17 horas del 17 de julio de 2002, fue un éxito, logrando desalojar a los seis gendarmes marroquíes sin disparar un solo tiro.
Los helicópteros se aproximaron como estaba previsto. Por declaraciones posteriores, desde los helicópteros pareció que el patrullero marroquí empezaba a destapar sus ametralladoras, pero en ese momento la fragata “Navarra” se lanzó a embestirlo, con lo que el patrullero maniobró para esquivar la colisión.
El fuerte viento del Este dificultó el desembarco desde los helicópteros. Durante la operación, los helicópteros debían mantenerse a 2 metros del suelo en vuelo estático. Durante esa fase, una racha de viento estuvo a punto de provocar que uno de los helicópteros se estrellase: las aspas arañaron el suelo haciendo saltar chispas, pero el piloto estabilizó el aparato.
Debido a la inestabilidad de los helicópteros, un soldado se rompió los ligamentos al saltar.
La guarnición marroquí se rindió rápidamente, siendo desarmados y esposados. Se colocó una bandera española y se retiraron las banderas contrarias, entregadas a los militares marroquíes, que fueron evacuados a Ceuta y devueltos a Marruecos sin pasar por el statu de prisioneros.
El despliegue conjunto reflejó una coordinación efectiva entre el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, bajo el mando del Estado Mayor Conjunto (EMACON). La superioridad numérica y tecnológica de las fuerzas españolas, junto con la planificación detallada, minimizó los riesgos y aseguró el control del islote. Semejante despliegue generó algunas críticas, considerándolo una demostración de fuerza ante los desacuerdos con Marruecos antes mencionados.

Las fuerzas en reserva, particularmente la Legión y la Infantería de Marina, garantizaron una respuesta inmediata ante cualquier escalada, mientras que la presencia de cazas y buques en el Estrecho disuadió cualquier intento marroquí de contraatacar. Elementos de la Legión relevaron rápidamente a los miembros del MOE y de la Infantería de Marina que habían realizado el asalto helitransportado.

La mediación de Estados Unidos tras la operación permitió restablecer el statu quo previo, con el escollo de que ni el gobierno español quería retirar a sus legionarios del islote antes de que Marruecos se comprometiese a no volver a ocupar el islote, ni éste quería ofrecer garantías de ello hasta que la guarnición española abandonase la roca.
Durante las negociaciones hubo un nuevo incidente. Varios cazas Mirage F-1 despegaron de la base de Sidi Slimane hacia el Estrecho. Detectados rápidamente, se hizo zafarrancho de combate en la “Navarra”, y se dirigieron a interceptarlos varios cazas F-18. Los Mirage desistieron en su movimiento, posiblemente un mero tanteo de la capacidad de respuesta española.
El 20 de julio se llegó a un acuerdo por la mediación estadounidense, retirándose la Legión del islote de Perejil. En los meses siguientes se restablecieron las relaciones, hasta su normalización en 2003. Las tensiones derivadas de los desacuerdos en soberanía, inmigración y pesca han continuado desde entonces de forma intermitente.

El orden restablecido

Conclusión.

La respuesta española a la ocupación marroquí de Perejil, que culminó con la operación militar del 17 de julio de 2002 para recuperar el islote, fue efectiva, pero evidenció los desafíos de gestionar amenazas híbridas, donde los actores evitan el umbral de un conflicto abierto. La crisis ilustra cómo actores estatales pueden emplear tácticas híbridas para desafiar el orden establecido sin recurrir a una guerra convencional, un fenómeno cada vez más común en el escenario internacional. Casos históricos como Perejil sirven para entender las dinámicas de las amenazas híbridas en la seguridad contemporánea, especialmente en contextos de disputas territoriales y rivalidades geopolíticas regionales.

Bibliografía: CEMBRERO, Ignacio (2006): «Los secretos de la toma de Perejil», El País, 19 de marzo. JORDAN, Javier. Una reinterpretación de la crisis del islote de Perejil desde la perspectiva de la amenaza híbrida. RIBA, T. (Director). (2025). Perejil, la guerra que no fue [Documental]. Episodios 1, 2 y 3. Movistar Plus+; El Terrat (El Estudio Mediapro).

Mario López Vittori

defensayseguridad.es

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