La carrera armamentística del Lejano Oriente no se detiene y Japón está dispuesto a no perder el paso
Dieta (Parlamento) de Japón
La región Indo-Pacífica no desacelera en la competencia militar: ahora es el gobierno japonés el que ha aprobado un presupuesto de defensa para el año fiscal 2026 que marca un hito en su historia reciente. El monto total asciende a 9 billones 353 mil millones de yenes (aproximadamente 61.000 millones de euros), lo que representa un incremento de aproximadamente 21.850 millones de euros respecto al ejercicio anterior, consolidándose como el mayor aumento registrado hasta la fecha.
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Este presupuesto tiene que ver con la decidida pretensión del gobierno japonés de reforzar las capacidades de sus Fuerzas de Autodefensa, respondiendo a las amenazas tradicionales, pero de creciente intensidad, como las tensiones con China y Corea del Norte, así como a las expectativas internacionales sobre el gasto militar. El desglose presupuestario, detallado en el resumen oficial del Ministerio de Defensa, revela un listado prioritario en 7 áreas clave para el fortalecimiento radical de las defensas nacionales. En términos de base de gastos, se destinan unos 57.400 millones de euros a equipamiento y mantenimiento, mientras que la base de contratos para proyectos nuevos alcanza aproximadamente 53.800 millones de euros.
La primera ministra japonesa. Foto: Japan Times
Este incremento acumulado, que suma casi 26.700 millones de euros respecto a 2025, avanza hacia el cumplimiento del 81% del plan quinquenal de unos 284.000 millones de euros. Entre las asignaciones más destacadas figura la capacidad de defensa «standoff», con aproximadamente 63.400 millones de euros dedicados a misiles de largo alcance. Esto incluye 11.500 millones de euros para la versión mejorada del misil Type-12 tierra-mar, 2.000 millones de euros para misiles hipersónicos y adquisiciones extranjeras como los Tomahawk. La defensa integrada contra misiles antiaéreos recibe 33.200 millones de euros, con inversiones en radares FPS-7 y misiles SM-3 Block IIA por 4.700 millones de euros.
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Un énfasis particular se pone en los activos no tripulados, con 18.000 millones de euros asignados para fortalecer esta área. Destacan los 6.500 millones de euros para la adquisición de drones en el marco del concepto SHIELD, un sistema multicapa de defensa costera que integra operaciones terrestres, marítimas y aéreas. Este programa, previsto para completarse en 2027, busca adaptarse a nuevas formas de guerra, como el uso masivo de drones asequibles procedentes de aliados como Australia, Estados Unidos y Turquía.
Adicionalmente, se incluyen 5.000 millones de euros para UAV MQ-9B. Otras categorías incluyen operaciones transversales en dominios como el ciberespacio (unos 15.200 millones de euros) y el espacio (alrededor de 11.300 millones de euros), con fondos para satélites de comunicación defensiva por 5.800 millones de euros. El mando, control e información absorben 33.600 millones de euros, incorporando tecnologías como la nube de defensa. La movilidad y protección civil reciben 12.500 millones de euros, con adquisiciones de aviones KC-46A por 5.700 millones de euros, mientras que la sostenibilidad y resiliencia abarcan 59.000 millones de euros en municiones y 138.000 millones de euros en mantenimiento de equipo.
La investigación y desarrollo no queda rezagada, con 46.000 millones de euros destinados a proyectos innovadores, como el desarrollo de un caza de próxima generación (10.400 millones de euros) y misiles hipersónicos (4.700 millones de euros). Además, se fortalecen las bases humanas y productivas con 37.800 millones de euros para mejorar condiciones de personal y 6.200 millones de euros para la industria de defensa.
Sin embargo, este ambicioso plan enfrenta desafíos superiores, como la financiación estable. El gobierno prevé aumentos impositivos sobre la renta a partir de 2027, aunque revisiones pendientes de los documentos de seguridad nacional podrían exigir mayores cargas fiscales sobre los contribuyentes nipones.
Presiones externas, como las declaraciones de la administración estadounidense sobre umbrales de gasto militar del 3,5% del PIB, añaden complejidad al panorama. En definitiva, este presupuesto es reflejo de la determinación de Japón por elevar su postura defensiva a estándares modernos, creíbles, integrando innovación tecnológica y alianzas internacionales. Con proyectos como el despliegue de F-35 en bases clave y la creación de un comando operativo unificado en 2025, Tokio busca disuadir amenazas y contribuir a la estabilidad regional, aunque el equilibrio entre seguridad y sostenibilidad fiscal es, como en cualquier economía, un reto clave y complejo.
Redacción
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