USV. El SEAD 23 en la Armada
Ahora que el dinero fluye, los compromisos con el futuro no tripulado no se pueden hacer esperar

El SEAD 23 armado. Foto: Seadrone
La Armada incorporó hace apenas unos meses, en julio de este año, el Sead 23, un vehículo de superficie no tripulado (USV, por sus siglas en inglés) desarrollado íntegramente en España, como el primer activo de este tipo en su inventario. Con su diseño modular y capacidades multi-misión, este sistema fortalece la doctrina propia de vigilancia y respuesta en el litoral que la Armada está implantando desde hace años, y posiciona a la industria española en la vanguardia europea de la tecnología no tripulada en este segmento. Hasta aquí, la narrativa oficial de un sistema soberano. A continuación, exploramos sus fundamentos técnicos, trayectoria operativa y horizontes de adquisición y operación, que es de lo que se trata realmente cuando hablamos de superar las evaluaciones y re-evaluaciones, tan al uso en nuestras Fuerzas Armadas cuando los presupuestos no se concretaban.
Fabricante y desarrollo
El Sead 23 es obra de Seadrone, una empresa gallega con sede en Sárdoma (Vigo), filial del grupo Zelenza desde octubre de 2023. Fundada en 2016, Seadrone ha acumulado una experiencia singular en el diseño de plataformas no tripuladas, habiendo proyectado y construido 6 embarcaciones USV de entre 3 y 10 metros de eslora.
Su desarrollo se enmarcó en el ambicioso programa europeo OCEAN 2020, impulsado por la Agencia Europea de Defensa, en el que Seadrone participó como una de las 3 firmas españolas seleccionadas —junto a Indra y GMV— entre 42 entidades internacionales. Este proyecto, iniciado en 2019, buscaba demostrar capacidades de vigilancia marítima e interdicción, con el Sead 23 integrado a bordo de la Santa María de la Armada durante pruebas iniciales.
La plataforma, construida en materiales compuestos avanzados y fibra de vidrio, quería manifestar un compromiso con la soberanía tecnológica, alineado con los objetivos de la Estrategia de Defensa Nacional 2024-2030.
Características técnicas: modularidad para el combate híbrido
El Sead 23 se presenta como una embarcación semirrígida de alta velocidad con cubierta cerrada, optimizada para operaciones en entornos hostiles. Sus dimensiones —6,95 metros de eslora, 2,3 metros de manga y 1,2 metros de calado— le confieren un perfil compacto y maniobrable, con un desplazamiento de 2.300 kilogramos que equilibra agilidad y estabilidad. Propulsado por un motor diésel de 240 CV acoplado a un sistema waterjet, alcanza una velocidad máxima de 33 nudos, con una autonomía de hasta una semana a 4 nudos en misiones de vigilancia persistente, lo que otorga una libertad y persistencia de operación realmente notable.
Su capacidad de carga útil, de 700 kilogramos, permite una integración modular de sistemas adaptados a la misión: sensores optrónicos estabilizados con zoom óptico de 36x y digital de 12x, radares de estado sólido para seguimiento multi-objetivo, sónares bifrecuencia y de haz múltiple para guerra antisubmarina, hidrófonos desplegables, sonoboyas y sistemas de guerra electrónica. También puede incorporar sensores NRBQ para respuesta a amenazas no convencionales.

El Sead 23 en evaluación con la Armada
En el ámbito ofensivo tampoco se muestra tímido, destaca su polivalencia: puede equipar estaciones de armas remotas (RCWS) como la Lionfish de Leonardo (calibre 12,7 mm o 30 mm), torpedos ligeros de 20 kg, minas o municiones merodeadoras como el MILVUS, con una cabeza de guerra rompedora de hasta 1,4 kg desarrollada por Swarming Technologies & Solutions e Instalaza.
Para comunicaciones, incorpora canales duales 4G/5G y VHF marítimo, permitiendo control más allá de la línea de vista hasta 12 millas náuticas, con integración en nubes tácticas generadas por buques —un hito demostrado en 2024 a bordo del Castilla. Además, su arquitectura permite interoperabilidad con nodos 5G embarcados y centros C2 desplegables.
Trayectoria operativa: de la validación técnica al empleo táctico
El Sead 23 ha demostrado su madurez en más de 20 ejercicios nacionales e internacionales, consolidándose como el USV español más experimentado en integración operativa con la Armada. Entre los hitos destacan su participación en “REPMUS” 21, 22 y 23 —el ejercicio OTAN de referencia para sistemas no tripulados—, Dynamic Messenger 22 y 23, y FLOTEX anual. En REPMUS 21, operando desde Troia (Portugal), el Sead 23 simuló amenazas asimétricas con un perfil radar bajo, eludiendo detección por UAVs, otros USVs y buques tripulados, lo que validó su rol como objetivo evasivo. Posteriormente, en REPMUS 23, colaboró con el Instituto Hidrográfico de España y el centro GEOMETOC OTAN para mediciones batimétricas de precisión, desplegando sensores Kongsberg con resultados que superaron expectativas en resolución y fiabilidad.
Adicionalmente, ha sido embarcado y operado desde 5 unidades de la Armada: los buques de asalto anfibio Juan Carlos I y Castilla, la fragata Santa María, y los BAM Audaz y Furor. En la expedición Dédalo-23, durante el ejercicio Baltops en el Mar Báltico, ejecutó misiones de mapeo costero, recolección de inteligencia y simulación de amenazas marítimas, navegando a 30 nudos durante 12 horas continuas y rastreando objetivos a 12 millas náuticas. En febrero de 2024, se convirtió en el primer USV europeo integrado en una red 5G a bordo de un buque de combate, en colaboración con Telefónica y Átika, demostrando control remoto desde el Centro de Información de Combate del Castilla sin interrupciones. Estos resultados no sólo confirman su robustez —con una capacidad de supervivencia elevada gracias a su defensa perimetral y redundancias— sino que han acelerado su validación doctrinal como sistema táctico real y puede decirse que está sobradamente preparado para la operación continuada desde los buques de la Armada.
Integración en la Armada: doctrina y previsiones reales
La adquisición del Sead 23 ya es un avance para la Armada, que en noviembre de 2024 formalizó la compra de su primera unidad por 1,1 millones de euros a través de la Jefatura de Apoyo Logístico (JAL). Entregada el 15 de julio de 2025 a la base naval de Rota, específicamente al Centro de Experimentación con Vehículos No Tripulados (CEVENTA), esta plataforma inicia un período de evaluación intensiva para desarrollar doctrina y procedimientos operativos. Su entrada en servicio operativo se prevé para finales de 2025 o inicios de 2026, una vez completadas las pruebas en escenarios reales. Cabe apuntar que ya han sido muchos los escenarios donde se ha desenvuelto sobresalientemente el Sead 23 a lo largo de 5 años, por lo que poco más, creemos, puede experimentarse con él de lo que ya se ha hecho. Siempre habrá, por supuesto, nuevas situaciones, pero, insistimos, 5 años dan para mucho.
En cuanto a la escala de adquisición, la Armada aspira a integrar al menos 2 USV por buque principal, lo que podría traducirse en más de 30 unidades para equipar fragatas F-100, BAM, buques anfibios LPD y, muy posiblemente, a las F-110.

Durante el Repmus 21
Capacidad de escala y proyección internacional
Seadrone posee una infraestructura robusta en Sárdoma, capaz de diseñar y construir embarcaciones tripuladas o no tripuladas de hasta 24 metros de eslora en composites, aluminio o acero, con énfasis en I+D naval avanzado. La plataforma Sead 23, con su arquitectura abierta, facilita la escalabilidad: desde variantes low-cost para vigilancia costera hasta configuraciones armadas para guerra asimétrica. Su integración en enjambres —potenciada por swarming y gestión UXV— y la sinergia con Zelenza en UAVs abren vías para producción en serie, con hitos como la operativa remota 4G del USV Mar Dos (10 toneladas) como precedente. Esta flexibilidad no sólo asegurará una respuesta rápida a demandas operativas, sino que mitiga riesgos de obsolescencia mediante actualizaciones modulares.
Aunque aún en fase final de maduración, el Sead 23 exhibe un claro potencial exportador, ya dispone de pedigrí OTAN y fue objetivo mediático en FEINDEF 2025. Su diseño soberano, interoperabilidad y bajo coste operativo lo posicionan como alternativa competitiva a plataformas estadounidenses o israelíes, especialmente para marinas medianas en el Mediterráneo o Atlántico. Países aliados como Colombia o Portugal —participantes en ejercicios compartidos— podrían ser mercados iniciales. Además, ha generado interés significativo de la Armada de Estados Unidos.
En suma, el Sead 23 trasciende su rol como mero multiplicador de fuerza y debe encarnar la transición hacia una Armada eficaz más allá de los buques tripulados. Su despliegue inminente no sólo elevará la capacidad disuasoria y la letalidad de la Armada, sino que materializará, al fin, la cotidianidad de estos artefactos, tan necesarios de operar como pueda imaginarse. Sería recomendable no dilatar más su incorporación y asumir, de una vez por todas, que la realidad hace tiempo que superó sus propias evaluaciones.
Redacción
defensayseguridad.es

