¿Propulsión nuclear?: una necesidad llamada Small Modular Reactors

Apuntes sobre el artículo del teniente de navío Julián García Domínguez en la Revista General de la Marina (octubre de 2025): ¿Propulsión nuclear? La revolución de los Small Modular Reactors. En un escenario de guerra futura donde la computación, la energía eléctrica y la refrigeración serán factores decisivos a bordo, el artículo plantea una pregunta central: ¿puede seguir confiando la Armada en motores diésel y turbinas de gas como fuentes primarias de energía?
Las tecnologías emergentes —desde misiles hipersónicos, enjambres de drones, láseres navales y computación cuántica, hasta el uso militar del blockchain o la inteligencia artificial— exigirán buques con capacidad energética muy superior a la actual. A modo de ejemplo, el destructor USS Zumwalt ya requiere unos 78 MW de generación eléctrica para operar su sistema de armas, casi el doble de lo que generan las fragatas F-100 españolas con sus turbinas LM-2500.
Este aumento de demanda energética se ve multiplicado por la necesidad de sistemas de refrigeración más potentes, en un entorno cerrado como un buque de guerra. Y, además, se suma un cambio potencial en la forma en que las armas podrían funcionar en el futuro: menos pólvora, más electricidad.
La única alternativa realista que se vislumbra en el horizonte es la energía nuclear, y más concretamente, una variante emergente: los reactores modulares de pequeño tamaño (SMR, por sus siglas en inglés). No se trata de una novedad tecnológica —la propulsión nuclear ya se utiliza en submarinos y portaaviones—, sino de una evolución industrial y de concepto.
Los SMR están diseñados para su fabricación en líneas de montaje estandarizadas, lo que supondría una reducción de costes significativa respecto a los grandes reactores nucleares construidos de forma casi artesanal hasta ahora. Fabricantes como Rolls-Royce, con décadas de experiencia en defensa, ya desarrollan prototipos con dimensiones compactas y potencias de hasta 440 MW, pensados inicialmente para uso terrestre pero fácilmente adaptables al entorno naval.

Entre las ventajas más relevantes:
- Densidad energética del uranio: 80.000 veces superior al diésel, lo que permite reducir espacio destinado a combustible.
- Autonomía extrema: algunos modelos pueden operar hasta 20 años sin recarga.
- Cero emisiones de carbono, alineándose con las crecientes exigencias medioambientales a nivel global y europeo.
- Posibilidad real de instalación en plataformas de menor porte como escoltas o patrulleros oceánicos, no solo grandes buques.
Además, en un entorno de presión política y económica hacia la descarbonización —con gigantes energéticos como Shell, Repsol o BP apostando ya por renovables—, es probable que las fuerzas armadas no puedan mantenerse ajenas a este cambio de paradigma. En EE. UU., la Army ya estudia la electrificación de sus vehículos.
Ahora bien, también hay sombras:
- Altos costes iniciales de investigación y diseño de un prototipo piloto.
- Oposición pública hacia la energía nuclear, incluso con SMR más seguros.
- Gestión de residuos nucleares, aunque su volumen total en toda la historia de la humanidad equivale a solo cinco piscinas olímpicas.
A medio plazo, podría incluso contemplarse el reemplazo del uranio por torio, cuyo ciclo nuclear es más seguro y no apto para armas, aunque su desarrollo está aún en fase incipiente.


2 respuestas
Con todo el respecto del mundo, esto suena a traca de feria. Nos cierran las centrales nucleares que necesitamos más que el comer. ¿Van a pensar en propulsión nuclear para la Armada? Con que no la cierren nos damos con un canto en los dientes,
Saludos.
En cuanto a los submarinos, todavía podríamos discutir si la propulsión nunclear es necesaria. Pero con respecto a los buques de superficie, en nuestro caso…
¿Cuándo dicen que empieza la IIIGM? Y, sobre todo, ¿quién es el enemigo -nuestro enemigo-?