EL AJEMA y sus declaraciones de ayer

El futuro de los Harrier y el posible portaaviones según el AJEMA

Ayer, en el foro NEF​‑Online organizado por Nueva Economía Fórum, el Almirante General, Antonio Piñeiro Sánchez, Jefe del Estado Mayor de la Armada (AJEMA), realizó una serie de declaraciones relevantes sobre los Harrier de la Armada y la posibilidad de incorporar un portaaviones. Hagamos un repaso de su intervención y de lo más jugoso de la misma.

Declaraciones sobre los Harrier

El AJEMA ha dejado claro que la Armada espera prorrogar la vida útil de sus Harrier hasta 2032, tal y como algunos medios adelantaron ayer: “una oportunidad para alargar su vida” es como describió el Ajema la posibilidad de extender el servicio de estos aviones. En relación con esto, señaló que los Harrier “están en el objetivo de capacidades militares”, lo que refleja que la Armada, afortunadamente, los considera aún pieza clave en su estructura de fuerzas embarcadas. En cualquier caso, insistimos en el escaso número operativo de que se dispone, probablemente menos de 10, lo que revela una capacidad que está próxima a ser testimonial, si no lo es ya.

Foto: Marcial Guillén. Agencia EFE

Asimismo, Piñeiro afirmó la voluntad institucional de “cuidar esa capacidad”, expresando que el propósito es mantener operativos los Harrier “el mayor tiempo posible”. La idea, tal como expresó, es “a ver si llegamos al 2032”, lo que fija un horizonte claro, además de arduo, para las tareas de mantenimiento, soporte logístico, repuestos y esfuerzo presupuestario necesario. Como era de esperar, ahora que los italianos y norteamericanos están cerca de dar la baja a sus aparatos, será el momento de acudir a por repuestos; cazas completos, no para volarlos, sino para usarlos como fuente de repuestos.

A riesgo de equivocarnos, creemos que estirar sobremanera (in aeternum) la vida de unos cazas que no van a tener substituto en el corto plazo es un riesgo innecesario. Si en 2032, fecha que estima el Ajema a la que pueden llegar volando los Harriers, la Armada seguirá sin un caza para relevar a éstos, ¿qué sentido tiene mantenerlos operando sólo 2 años más que lo que estaba anteriormente previsto -2030-? Sólo consideraríamos plausible esa opción -el alargamiento de la vida de los Harriers- como consecuencia de la siguiente entrada en servicio de su substituto, cosa que no va a ocurrir en cercanas fechas, toda vez que el F-35 está (por ahora) descartado. Así las cosas, estirar por sólo 2 años, con el desafío técnico, presupuestario, logístico y, sobre todo, con el riesgo para la plataforma y el propio piloto, creemos que puede ser, cuando menos, inapropiado.

Precisamente, respecto al relevo, el Almirante admitió que “ahora mismo no estamos en buen momento, pero a lo mejor mañana sí, y podemos darle un relevo a los Harrier y a los F18, veremos a ver”, dejando la puerta abierta a futuras alternativas a medio plazo, aunque sin concretar detalles sobre posibles plataformas sustitutas ni fechas definitivas. El Ajema dejó evidencias, de nuevo, de que la Armada tiene en su hoja de ruta el relevo natural del Harrier, esto es, el F-35, pero no tiene el visto bueno gubernamental. Nada nuevo sobre lo que ya sabemos desde que se anunció oficiosamente la renuncia del Ejecutivo a la adquisición del caza de Lockheed Martin.

Declaraciones sobre el portaaviones

En cuanto al portaaviones, ése del que tanto se ha hablado y se seguirá debatiendo, el AJEMA formuló declaraciones que querían transmitir un punto de ambición, alguna cautela técnica y una visión estratégica, amplia, de proyección naval. Una de las expresiones más destacables del Ajema sobre el futuro portaaviones fue su deseo de que “sea 100% español o por lo menos un alto porcentaje”, lo que implica que para la Armada, el diseño, la construcción o, al menos, gran parte del sistema, deberían llevarse a cabo con industria nacional, para preservar capacidades soberanas y desarrollar el tejido industrial militar español. La realidad es que la Armada ya opera con la mayor parte de sus buques construidos en España, y en un porcentaje muy alto de nacionalización, lo que debería resultar en términos parecidos en el portaaviones.

El Príncipe de Asturias (R-11) y el Juan Carlos I (L-61). Foto: Armada

Puso, además, en una cierta perspectiva técnica este proyecto al afirmar que “el portaaviones, aunque parezca mentira, es más sencillo que una fragata”. Esta frase, que puede chocar inicialmente frente al imaginario general, alude muy probablemente al hecho de que la complejidad del sistema de propulsión, de los sistemas embarcados de aviación, aterrizaje y despegue, pueden contemplarse, en ciertos aspectos, con menores niveles de integración compleja comparado con fragatas modernas (con múltiples dominios: antiaérea, antisubmarina, guerra electrónica, etc.). Lo desconocemos, y quizá sea demasiado interpretar por nuestra parte. En todo caso, la frase revela que desde la Armada se considera que el reto técnico es abordable, otra cosa será la realidad, sobre todo si hablamos de un portaaviones CATOBAR.

Otro de sus enunciados fue que un portaaviones es “necesario para darle versatilidad a la aviación embarcada”. Diríamos que, más que versatilidad, lo que un portaaviones ofrece es sentido de existencia a la aviación embarcada. El portaaviones resume por sí mismo el motivo central de su utilidad: ampliar la capacidad operativa Marina, permitir el despegue y aterrizaje de aeronaves embarcadas más allá del rango de los aeródromos costeros o de portaaviones ligeros, y dotar de mayor autonomía estratégica a la Armada, brindando al Gobierno una herramienta de gran relevancia en la diplomacia.

En todo caso, y a la vista de las palabras del Ajema, podemos concluir que:

  1. Habrá una extensión temporal de la capacidad existente de la aviación embarcada: en el corto y medio plazo, los Harrier seguirán siendo sostenidos hasta a 2032; lo que exigirá presupuestos adecuados, acuerdos con socios industriales (como Airbus), una logística tan fiable como hasta ahora -incluso más-, seguramente más personal especializado y más repuestos. También implicará riesgos: si la prórroga no se manejara bien, podría haber gaps operativos, costes crecientes y problemas de seguridad. Queremos remarcar una de las expresiones del Almirante ayer, a pesar de haberla comentado más arriba: el “veremos a ver”, en cuanto a los relevos de Harriers y EF-18 podría ser, por qué no, una «confirmación» velada de que se está en fase exploratoria o preparatoria; podría ser, insistimos, pero nada más dejó entrever al respecto.
  2. Portaaviones: la posibilidad de un nuevo portaaviones -puro-, reafirmado su deseo ayer por el Ajema, indica que España (al menos la Armada) considera seriamente recuperar y reforzar esta capacidad de proyección naval. La insistencia en que sea “español” apunta a un interés de valor agregado industrial, pero que, insistimos, no reviste mayor relevancia habida cuenta de que ya se daba por descontado que, de llevarse a efecto, se fabricará en España. A este tipo de navíos, como es habitual, no les asisten sólo cuestiones militares, sino también de política industrial y autonomía estratégica.

Si hubiera que ubicar las declaraciones del Ajema, Antonio Piñeiro, diríamos que quieren reflejar una Armada que busca conciliación entre lo mundano en grado de urgencia: mantener los Harrier en servicio hasta 2032; y lo estratégico a futuro de muy largo plazo: evaluar seriamente la opción de un portaaviones. ¿Hay ambición? Quizá. Pero debe ir acompañada de realismo. Hay demasiadas decisiones vitales para el futuro de la Armada contenidos en estos 2 aspectos (Harriers y portaaviones).

Con respecto al poco despegue vertical de que disponemos, creemos, ya lo hemos dicho, que no tiene sentido alargar una capacidad tan disminuida para nada más que éso: disponer de 3 ó 5 Harriers 2 años más, sin nada más allá, sin relevo, sin substituto, a costa de un gran dispendio económico y del riesgo para los pilotos.

Con respecto al portaaviones, poco más se puede decir que no hayamos escrito ya. Toca esperar que finalice el estudio de viabilidad y ver cómo se va concretando el proyecto (si es que llega a serlo), porque, y ésto no queremos dejarlo en el tintero, el Ajema decía ayer que pensaba en un portaaviones para la versión naval del FCAS. Creemos que, si hablar del portaaviones puede ser osado, por cuanto de incertidumbre rodea ahora mismo a esa posibilidad, lo del FCAS, en clave naval, es poco menos que un acto de fe.

Jorge Estévez-Bujez

defensayseguridad.es

Un comentario

  1. Más acto de fe, fue sacar adelante el PdA que ahí si que no teníamos nada de experiencia y se realizó con la compra a una empresa que realizó siete planos. Navantia ya realizó los proyectos en su día de los SAC 200 Y 220. PdA, el tailades y los de la clase «emérito» y como dice el señor del fajin es más fácil que una fragata. En un acto de fe me da que lo veremos pronto y con una docena de Rafales, hasta la llegada del FCAS naval.

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