Una UTE, un ACV italiano y la bandera española. Otro éxito más de la integración nacional (sin novedad en el frente VACIM)
Jorge Estévez-Bujez

El origen del Programa: el ACV de IVECO DV
El Ministerio de Defensa habría adjudicado un contrato valorado en 370 millones de euros para el suministro de 34 Vehículos Anfibios de Combate de Infantería de Marina (VACIM) a la Unión Temporal de Empresas (UTE) formada por Indra y Escribano Mechanical & Engineering (EM&E), algo que ya era de dominio público hace un par de meses. Esta información, la concreción de la adjudicación contractual y de la partida económica, revelada en primicia por el diario asturiano La Nueva España (LNE) en su edición del 26 de diciembre, significa el punto de partida en el programa de modernización de las capacidades anfibias de la Armada y la substitución de sus veteranos medios: los capaces AAV7.
Según el reportaje publicado por el asturiano LNE (La Nueva España), el contrato abarcará la integración y suministro de estos vehículos, que se basan en el modelo ACV del fabricante italiano IVECO Defence Vehicles, derivado del 8×8 Superav. La UTE Indra-Escribano actuará como integradora principal, incorporando sistemas de misión, comunicaciones y armamento desarrollados en España. El anuncio se produce tras la declaración de interés nacional del programa, aprobada mediante el Real Decreto 915/2025, de 14 de octubre, publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el mismo día, que autorizaba préstamos por valor de 150 millones de euros para su desarrollo inicial.
A falta de anuncio oficial, valga decir que la noticia fue tomando fuerza ayer mismo, cuando el diario El Comercio (también de Asturias) confirmó la noticia, citando fuentes del Ministerio de Defensa que ratificaban la adjudicación. Ambos medios, como es habitual, destacan el impacto positivo en la industria local, especialmente en Asturias, donde Escribano e Indra tienen ya presencia, y subrayan que el procedimiento se ha llevado a cabo mediante negociación sin publicidad, lo que explica la ausencia inicial de anuncios públicos ni concursos.
Este contrato, otro más, se introduce en un contexto más amplio de «colaboraciones» entre Indra y Escribano, quienes serán noticia en unos meses por otros acuerdos, de tipo industrial y político, toda vez que su unión está confirmada en el corto plazo.

Los AAV7 de la IdM han servido destacadamente durante décadas. Ahora es el tiempo del ACV
En cualquier caso, y hasta que la absorción por Indra se concrete, estas 2 compañías ya se han adjudicado 2 megacontratos de Defensa por un total de 7.240 millones de euros. Así, el VACIM vendría a sumarse a este exitoso periplo comercial de las últimas semanas de Indra y Escribano.
La noticia ha generado eco, como no puede ser de otra manera cuando hablamos de programas de sistemas de armas. No es poco el entusiasmo, sobre todo porque, en ocasiones, disfrazar de virtud tecnológica el mero ensamblaje y la integración de componentes suele generar atención mediática con marchamo de éxito nacional industrial. La realidad es otra bien distinta, en opinión de un searvidor.
De ese modo, y en clave política, este desarrollo querrá decirnos que refuerza la apuesta del Gobierno por la industria nacional en programas de defensa, pero no podemos ignorar que también plantea las viejas preguntas sobre la transparencia y la competencia en adjudicaciones de alto valor. El contrato generará empleo y transferencia tecnológica, y éso es capital para los políticos y los medios, sobre todo locales, pero el foco principal recaerá en el riesgo de la integración de componentes existentes, más que en desarrollos desde cero, que no se esperan más allá de lo que tengan en inventario las adjudicatarias. Por tanto no hablamos de un vehículo nuevo, no hablamos de establecer una base industrial sólida a partir de una patente, no hablamos de un programa nacido para evolucionar ni revolucionar la industria nacional. El BMR lo fue, por ejemplo. Ésto es otra cosa, porque ni siquiera el número (sólo 34 unidades) permite justificar nada más que lo que hubiera sido razonable: adquirirlos directamente al fabricante y que la instalación española de IVECO participara lo máximo posible en los trabajos.
Es difícil recibir esta nueva adjudicación sin una mezcla de resignación y escepticismo. El contrato VACIM a la UTE Indra-Escribano premia, otra vez, la familiaridad por encima de la excelencia demostrada, por lo que no es un exabrupto afirmar que, una vez más, se deposita en las mismas manos un programa de envergadura para el que su preparación técnica y capacidad industrial en estas lides dejan mucho que desear, limitándose, en esencia, a tareas de integración que distan de justificar tal confianza reiterada en esta clase de sistemas.
La construcción del Campeón Nacional por iniciativa ejecutiva, no natural, tiene estas cosas. Indra, sin duda, brilla en sus dominios naturales: sistemas de simulación, radares y ciberdefensa, donde su experiencia es innegable y su contribución al tejido industrial español, más que meritoria, sobresaliente. Escribano, por su parte, mereció reconocimiento por su audacia al irrumpir hace años en el sector con desarrollos innovadores en estaciones de armas remotas y municiones guiadas, demostrando, cuando menos, un arrojo que pocos exhibieron en su momento. Sin embargo, extender esta credibilidad a cada nuevo programa de vehículos blindados roza lo imprudente en grado notable.
¿Dónde están los antecedentes de éxito en este segmento específico que justifiquen esta decisión? No los hallamos en programas finalizados, ni en una capacidad industrial escalable para producciones complejas, ni en una experiencia acumulada que inspire serenidad. Lo que vemos es una repetición de patrones: integración de componentes foráneos, con un barniz nacional que oculta la ausencia de un núcleo innovador propio.
Este no es un caso aislado. Aún, y por muchos años, estamos pagando los errores del Dragón, adjudicado a la misma constelación de empresas (y algunas más) a través de Tess Defence, donde las promesas de soberanía tecnológica se diluyeron en retrasos, inoperancias y sobrecostes que, como denuncié en su momento, convierten el esfuerzo en un ciclo políticamente blindado de recursos malgastados. Ahora se repite la fórmula, ignorando que la verdadera modernización requiere diversificar riesgos y fomentar competidores con pedigrí contrastado.
Y todo ello en un contexto donde Indra adquirirá Escribano, lo que añade una capa de conflicto de intereses que, aunque pospuesto a 2026, ensombrece la imparcialidad de estas adjudicaciones.
No se trata de desmerecer el empleo generado o la transferencia tecnológica potencial, pero la seriedad de la defensa nacional exige más que lealtades corporativas. Continuar premiando a los «de siempre» sin exigir demostraciones fehacientes de capacidad es, en el fondo, un lujo que España no puede permitirse en un panorama internacional cada vez más inestable. Debiera ser hora de que los decisores miraran más allá de los círculos cerrados y apuesten por una competencia genuina que fortalezca, no que perpetúe las debilidades estructurales de nuestra industria de defensa.
Jorge Estévez-Bujez
defensayseguridad.es


Un comentario
IVECO se a segregado en dos. Las plantas que hay en España son para el sector civil y pertenecen a TATA motors. Ni tenían esa capacidad antes y menos ahora para 34 vehículos. IVECO DEFENCE que es la que nos interesa a nosotros, pertenece ahora a Leonardo, por la cual también pujo indra con la que mantiene una muy buena relación. Esta claro que el montaje final va a ser en España y con una nacionalización lo máximo posible. No se donde está el problema, ya que es lo que hacen todos los países que no construyen determinados vehículos. Ahí tienes el ejemplo de la venta de las variantes del Pizarro a UK y Letonia que se van a montar en esos países. Va a ser más caro en principio, pero de forma indirecta los impuestos y la afección económica va a ser en Asturias y no en Italia, contribuyendo a la economía.