La farsa de Ginebra: China impulsa una resolución sobre derechos económicos, sociales y culturales
El Consejo de Derechos Humanos de la ONU ha adoptado, sin votación, un proyecto de resolución presentado por China sobre la «promoción y protección de los derechos económicos, sociales y culturales» -adviértase la no inclusión de los derechos políticos-. La iniciativa, respaldada por casi 70 países y celebrada por la misión china como un hito multilateral, representa, cómo no, una grave contradicción con la realidad interna del régimen de Pekín.
China, que gobierna sobre una población de más de 1.500 millones de personas, que mantiene un sistema de partido único sin garantías de pluralismo político, libertad de prensa ni elecciones libres vuelve a evidenciar, con su propuesta, la decrepitud e incoherencia de un sistema -ONU- que continúa su lento languidecimiento entre recurrentes exposiciones al ridículo, permitiendo que la dictadura más grande del planeta plantee iniciativas sobre derechos de ningún tipo. El pretendido liderazgo chino en materia de derechos humanos no sólo resulta incoherente, sino profundamente cínico.
Sólo 2 ejemplos bastan -excepción hecha de la generalidad de la población china-para ilustrar esta paradoja: la región de Xinjiang, donde la detención masiva, reeducación forzada y vigilancia sistemática de la población uigur, en lo que varios países han calificado como crímenes de lesa humanidad, ha seguido su tranquila marcha a la vista y el conocimiento de todos, y por supuesto de la ONU. En el Tíbet, que en otro tiempo fue bandera de resistencia ante la opresión, las restricciones religiosas, culturales y de movimiento siguen siendo una realidad cotidiana, en un proceso de asimilación y represión prolongado por décadas.
A ello se suma la erosión, en apariencia irreversible, de las libertades políticas en Hong Kong, tras la imposición de la Ley de Seguridad Nacional, que ha desmantelado la oposición, cerrado medios independientes y eliminado los últimos resquicios de autonomía garantizados por el modelo «un país, dos sistemas«. Por no hablar de la creciente amenaza sobre Taiwán, cuya democracia es vista por Pekín como una provocación intolerable.
El cuadro de atropellos a los derechos más elementales de una potencia que se presenta como garante de derechos, mientras niega los más fundamentales a millones de sus propios ciudadanos, difícilmente puede ser más esperpéntico.
Que el Consejo de Derechos Humanos de la ONU acoja una resolución de este tipo, sin debate ni escrutinio crítico, no sólo representa una cesión diplomática, sino una traición al mandato fundacional de Naciones Unidas. No es cooperación multilateral: es complicidad en el vaciamiento del concepto universal de derechos humanos.
Lo ocurrido en Ginebra no es un avance: es una farsa.
Redacción
defensayseguridad.es
Un comentario
En el mismo momento que existe el derecho de veto en las naciones unidas, es ya una pantomima. Cuando todas las atrocidades que cómete Israel, durante toda su existencia como país inventado por el sionismo, sobre la población de Palestina y condenadas por la asamblea de las naciones unidas por mayoría y vetadas por su gran valedor los EEUU. Deja a las naciones unidas como un relator de atrocidades sin capacidad de acción. Así que no nos rasguemos las vestiduras con lo que hacen los chinos, que mal hecho está, cuando llevamos desde la fundación de las naciones unidas en un constante «tragala».