China construye réplica de los edificios del Gobierno taiwanés para prácticas militares. La pregunta era y es ¿Cuándo será la invasión?
Una reciente imagen satelital obtenida por Maxar Technologies está haciéndose viral en las redes sociales, y la principal razón es que revela la existencia de una réplica a escala de las principales instalaciones gubernamentales de Taiwán en un polígono de entrenamiento militar del Ejército Popular de Liberación (EPL) de China, ubicado en Mongolia Interior. Esta instalación, que incluye la imitación detallada de la Oficina Presidencial de Taipéi, así como edificios del Ministerio de Asuntos Exteriores y el Poder Judicial, ha suscitado nuevas preocupaciones sobre la posibilidad de una ofensiva militar china contra la isla autónoma.
Según los análisis realizados ya por el South China Morning Post y Taipei Times, el complejo cuenta incluso con un túnel subteráneo de 280 metros de longitud, lo que sugiere que el EPL entrena no sólo para operaciones urbanas convencionales, sino también para incursiones dirigidas contra centros neurálgicos del poder taiwanés. No es aventurado afirmar que este tipo de preparativos apunta a un más que probable escenario de «decapitación estratégica«: una operación relámpago destinada a neutralizar el liderazgo político de Taiwán en las primeras horas de un conflicto -algo parecido a lo que Rusia hubiera deseado en los primeros compases de la invasión de Ucrania, pero que no consiguió-.
Aunque este tipo de instalaciones no son algo nuevo -ya se habían detectado réplicas similares hace años-, la escala y el nivel de detalle alcanzado en 2025 representan un salto cualitativo preocupante. Fuentes satelitales indican que el área de entrenamiento ha sido expandida significativamente en los últimos 3 años, triplicando su superficie y modernizando la infraestructura urbana simulada. Esta evolución coincide, cómo no, con un patrón más amplio de endurecimiento de la retórica y acciones de presión militar por parte de Pekín en el Estrecho de Taiwán, al punto de materializar un acoso casi diario a los cielos y aguas de la pequeña república taiwanesa.
La construcción de réplicas de objetivos e infraestructuras enemigos es una práctica común en las fuerzas armadas del mundo; por eso no descubrimos nada. No obstante, cuando estas representaciones incluyen sedes de alto valor simbólico y estratégico -como la Oficina Presidencial de un gobierno rival-, su interpretación cobra un matiz inequívocamente ofensivo. Los ejercicios realizados en Zhurihe, que incluyen asaltos coordinados, ocupación de instalaciones, y operaciones de neutralización de defensores, simulan con evidente realismo escenarios de invasión que preocupan tanto a Taiwán como a sus amigos. Valga recordar aquí que Taiwán no tiene aliados defensivos, porque ni un solo acuerdo de defensa mutua, o similar, contiene la firma de Taiwán y algún otro estado soberano. Lo más parecido a un aliado, en el sentido defensivo mutuo más estricto, son los EE.UU., pero ni siquiera éstos tienen firmado un acuerdo de esa naturaleza, puesto que la Taiwan Relations Act (1.979) no obliga a la defensa de Taipéi por Washington, si no a una especial consideración de la Isla, lo que incluye provisión de armas y una especie de alerta diplomática ante las amenazas que puedan ceñirse sobre ella. En el resto, la libertad de actuación del Presidente es absoluta para proceder como considere, siempre informando al Congreso. La intervención no está, efectivamente, descartada en la norma, pero tampoco contemplada.

Desde Washington, el Departamento de Defensa ha reiterado que observa «con suma atención» cualquier actividad militar china que pueda alterar el statu quo regional. En paralelo, hace años que el Comando del Indo-Pacífico de EE. UU. (USINDOPACOM) ha intensificado sus patrullas en el Pacífico Occidental, en coordinación con fuerzas japonesas y australianas, en un esfuerzo por disuadir cualquier acción unilateral, pero tales acciones multilaterales no parecen poner freno a China.
Mientras tanto, en Taipéi, el Ministerio de Defensa Nacional ha confirmado que monitorea la situación de manera continua y que las fuerzas armadas están listas para responder a cualquier contingencia. «Estamos al tanto de los ejercicios del EPL y mantenemos una preparación constante«, indicaron al respecto.
El Gobierno chino no ha comentado oficialmente sobre la existencia de esta réplica, pero ha reiterado en múltiples ocasiones que la «reunificación» con Taiwán es un objetivo nacional irrenunciable, y que no descarta el uso de la fuerza para lograrlo.
Aunque una invasión inminente no puede afirmarse con certeza, la acumulación de capacidades, el entrenamiento específico y la presión diplomática y militar constante elevan la tensión a niveles inéditos en décadas. El tiempo dirá si estos movimientos son parte de una estrategia de disuasión agresiva o preludio de un conflicto real. Pero lo cierto es que, hoy más que nunca, Taiwán se encuentra en el epicentro de una posible confrontación que, si finalmente se desata, redefinirá el equilibrio del Indo-Pacífico y el orden internacional en su conjunto.
Redacción
defensayseguridad.es