LRMV de la Marina Alemana: la propuesta de grandes buques lanzamisiles remotos

Buques lanzamisiles no tripulados para la Armada alemana: ¿de veras un avance o un «futurismo» prematuro?

El Sea Hunter de la Marina de los Estados Unidos es un desarrollo USV (dron naval) en el que se llevan invertidos gran cantidad de años y dinero. Foto: UsNavy

Ayer nos despertamos con una sobresaliente y llamativa declaración de perspectivas, digamos, futuristas, por parte del Ministro de Defensa alemán, Boris Pistorius, sobre la intención de incorporar buques lanzamisiles no tripulados a la Deutsche Marine. Como era de esperar, sus palabras han generado expectación y reacciones encontradas en el sector de defensa doméstico germano, pero no sólo. El anuncio tuvo lugar durante el Congreso de la Bundeswehr 2024, en Berlín, e introdujo la, a priori, atractiva idea de arsenalschiffe (buques arsenal) operados remotamente, como una solución a los crecientes desafíos geoestratégicos y logísticos de nuestro tiempo, y del que está por venir. No obstante, nos gustaría hacer, desde nuestra modesta capacidad en el segmento, un pequeño análisis crítico y detallado de los argumentos presentados en el artículo original de Hartpunkt,  porque se nos antoja un tanto pretenciosa, y quizá por ello hasta ingenua, la propuesta; del mismo modo, consideramos que la misma revela serias dudas sobre la viabilidad, eficacia y conveniencia estratégica de esta iniciativa.

1. Reforzar la potencia de fuego sin multiplicar las tripulaciones

El argumento central es que estos buques permitirán a la Armada alemana aumentar su potencia de fuego sin incrementar proporcionalmente el personal embarcado. Sin embargo, esta premisa omite una cuestión esencial: el diseño, mantenimiento, operación remota y protección de estos sistemas, si bien requeriría de menos personal, sí exige, por contra, un ecosistema técnico altamente especializado. En lugar de reducir la carga de personal, habría que trasladarla a nuevas unidades -escuadrillas, en España- logísticas, técnicas y cibernéticas. Además, el control remoto efectivo de plataformas navales en entornos A2/AD (Anti-Access/Area Denial) implica un nivel de robustez en las comunicaciones que, actualmente, no está garantizado, especialmente cuando el ámbito de operación planeado para estas unidades es el Atlántico: lejos de las bases actuales de la Marina alemana, cuando menos, y un escenario de muy difícil desempeño para unidades navales de casi cualquier porte.

2. Interoperabilidad OTAN y proyección de disuasión

Pistorius sugirió que estos buques podrían integrarse en operaciones multinacionales dentro del marco de la OTAN. Sin embargo, la interoperabilidad de sistemas no tripulados en entornos multinacionales sigue siendo un desafío no resuelto, en el que los avances, con darse, lo son a escasa velocidad para una propuesta operacional tan ambiciosa como la que proponen los alemanes. La Alianza Atlántica no dispone aún de doctrinas consolidadas para operaciones navales con plataformas no tripuladas armadas. Y, hasta donde sabemos, carecemos de estándares comunes en este ámbito, lo que, sin lugar a dudas, limitaría la utilidad operativa de estos buques y podría, incluso, generar fricciones tácticas entre aliados, especialmente en contextos de uso letal autónomo o remotamente gestionado en escenarios que, sólo en lo climatológico, pueden resultar muy adversos.

3. Supuesta ventaja en costes frente a fragatas

El artículo sostiene que estos buques remotos ofrecerían una potencia de fuego comparable a la de una fragata, a un coste inferior. Aunque los costes de construcción y operación pueden ser menores en plataformas no tripuladas, la necesidad de desarrollar redes de comunicaciones seguras, estaciones de control, software de mando y sistemas redundantes podría anular cualquier ahorro inicial. Tampoco hay que olvidar la que probablemente es la más importante de las cuestiones: ¿qué sensores, con qué potencia? ¿Estaría un buque tan formidablemente armado como el que proponen los alemanes dotado de los sensores adecuados para la carga tan letal que portaría y el ámbito de actuación asignado? Para sostener una potencia de fuego como la de una fragata de última generación, los sensores deberán ser equivalentes a los de un navío tripulado, a riesgo de no resultar operativamente eficaz. Así las cosas, y dando por supuesto que los sensores y radares acompañaran en alcance y rendimiento a los de un buque tripulado, la operación de los mismos en modo remoto ofrece las mismas garantías de eficiencia que en un buque tripulado?

La Marina alemana comienza a dar a conocer sus pretensiones: el LRMV

 

4. Flexibilidad estratégica: dispersión y escalabilidad

Se argumenta en defensa de este proyecto que estas plataformas permitirían dispersar medios navales, aumentando la capacidad de supervivencia en conflictos de alta intensidad. Es cierto que la capacidad de dispersar medios propios y aumentar el territorio controlado puede ser una ventaja. No obstante, sin una red de mando y control resistente, la dispersión puede volverse una debilidad. En contextos de guerra electrónica o ciberataques, la coordinación de múltiples unidades remotas podría colapsar, una eventualidad ante la que el no disponer de tripulación que pueda responder ante la misma deja al buque completamente indefenso y, probablemente, inactivo, haciendo que elementos clave queden fuera de combate. A esto se suma la dificultad de proteger físicamente estos buques frente a amenazas asimétricas, sabotajes o interferencias, algo que daría para muchas más diatribas que las que podemos condensar aquí y ahora.

5. Inspiración en modelos estadounidenses: ¿ejemplo válido?

El texto de Hartpunkt.de menciona los programas de la Marina de EE. UU. (USV) como referencia. Sin embargo, estos desarrollos han enfrentado múltiples obstáculos técnicos y presupuestarios y se encuentran inmersos en una evolución constante (p. ejemplo el Sea Hunter) sin haber visto la luz operativamente hablando muchos de ellos y muy lejos aún del tamaño y las pretensiones del Gobierno alemán. El Pentágono ha reconocido que el despliegue operativo de buques no tripulados armados aún requiere años de validación tecnológica, doctrinal y jurídica. Alemania, cuyo ecosistema industrial naval es infinitamente más limitado en este ámbito, afrontaría desafíos adicionales, al límite de lo técnicamente insuperable para replicar este modelo con garantías.

6. Riesgos legales y doctrinales no tratados

Una omisión notable en el artículo es la falta de análisis del marco jurídico que regula el uso de plataformas armadas no tripuladas y la dificultad de los legisladores de todo el mundo (al menos en la franja Occidental del mismo) en normativizar de manera más o menos común. La operación de buques sin tripulación con capacidad ofensiva plantea serios interrogantes sobre la responsabilidad legal en caso de errores, daños colaterales o fallos de identificación. Esta es una cuestión no menor, diría que casi capital, sobre la que no cabe pasar de puntillas. El derecho se activa en cada plataforma militar, sin excepción, pero no es lo mismo el reinado de las normas en un navío tripulado, con una identificación previa correcta de las normas a aplicar, una jerarquía perfectamente definida por la ley, y un ámbito jurídico perfectamente delimitado para cuasi cualquier escenario de combate; no es lo mismo, decía, que un montón de toneladas de acero inerte sin un individuo en el puente que distribuya el gobierno de la nave, asuma la responsabilidad del mando y de las acciones de su tripulación. Sin una base normativa clara, su empleo podría entrar en conflicto con no pocos brazos del derecho, como el derecho internacional humanitario y el derecho del mar, especialmente si se utilizan fuera de aguas territoriales.

7. ¿Es esta la prioridad?

No tenemos que volver a explicar el momento en que Europa se encuentra y el tipo de amenazas que enfrenta: híbridas, disrupciones logísticas (aeropuertos, comunicaciones) y un conflicto activo en su flanco oriental. Apostar por buques lanzamisiles remotos, puede no ser una mala idea, y seguramente es adonde el futuro nos lleva, pero parece responder más a una visión no de futuro, sino futurista, y más a un deseo que a una necesidad operativa inmediata. Las carencias actuales de la Deutsche Marine no son pocas -en capacidades antisubmarinas, defensa antiaérea y escolta de convoyes, ataque a tierra- y abordarlas debiera ser harto más urgente que la adquisición de plataformas experimentales sin madurez tecnológica demostrada. Planificar el futuro está bien, y si de alguien es propio es, precisamente, de los alemanes; pero, en este caso, se nos antoja una propuesta tan inasequible en estos momentos, como -salvando las distancias- el planteamiento de nuestra Armada de operar y estar presente en el Indo-Pacífico cuando aún tenemos un solo submarino en operación y poco más que 5 fragatas con derecho de portar ese nombre.

De modo que, aunque la propuesta alemana proyecta una visión ambiciosa del futuro de la guerra naval y probablemente el tiempo venidero camine en esa dirección, su implementación -al menos a corto plazo- en una marina de guerra que adolece de no pocas capacidades, plantea dudas sustanciales y un riesgo exponencial. Las incertidumbres técnicas, doctrinales, legales y estratégicas aconsejan una aproximación cuando menos prudente. Innovar es esencial, sí, pero hacerlo con una ambición sobresaliente sin una base consolidada que no está, en el caso alemán, ni remotamente explorada, puede derivar en inversiones poco eficientes y capacidades mal alineadas con las amenazas reales. Conviene ir paso a paso, no son pocos los proyectos que tras inversiones ingentes de dinero terminan en el sumidero. La disuasión naval en Europa requiere soluciones robustas, interoperables y operativas, más que experimentos tecno-estratégicos prematuros.

 

Jorge Estévez-Bujez

defensayseguridad.es

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