VCR 8X8 DRAGÓN. Sin explicaciones, sin rendición de cuentas, sin vehículos y sin decoro
Jorge Estévez-Bujez
Hace mucho que cerró FEINDEF y se apagaron los focos. El Ejército de los stands volvió a sus cuarteles, las maquetas a sus vitrinas, y los Dragón 8×8… bueno, ésos también volvieron a donde quiera que estén. Lo que quedó fue el eco de las palabras medidas y los discursos ensayados, en sintonía con ese tipo de actos, donde la felicidad por los nuevos juguetes del «mundo del pum» viste de gala y sonrisa de photocall. Pero el suelo de la realidad es menos indulgente que la moqueta ferial donde nos mostraron la grandiosidad de la más absoluta nada.

VCR Dragón. Foto: TESS
Monstruosos en presencia, los Dragón posaron por la feria como promesas blindadas de soberanía tecnológica. Su sola silueta, arquetipo de un Goliat blindado a duras penas encajado en las enormes naves de IFEMA, justificaba años de demoras y desvíos presupuestarios, como ya dejamos escrito por aquí hace semanas. Pero, fuera de plano quedaban asuntos insignificantes, como la reserva de peso agotada, sobrepasada, la insuficiente potencia, o la complicada arquitectura electrónica del sistema. “Todo el mundo empezó a añadirle cosas… hasta comprometer su peso máximo”, advertía Juan José Fernández en El Confidencial, dejando claro lo que el Dragón es en realidad: un gigante tan sobrecargado de ambiciones, que apenas puede moverse.
Pero lo cierto es que ya es suficiente, de veras que es más que suficiente. Estamos finalizando agosto, y finando la paciencia, si es que no está más que acabada ya. Para colmo de males, y aunque sólo fuera a efectos de desquite, tampoco conseguimos la rendición de cuentas de los responsables, en este caso políticos. Ocurría hace sólo unos días que un periodista, sentado frente a la señora ministra del ramo, no era capaz de juntar cuatro letras para poner en un aprieto -elegante aunque fuera- a la excelentísima, con una pregunta que, además de dignificarle, podría haber arrojado algo de luz: ¿Dónde están los Dragón, señora ministra? No era mucho pedir, o acaso sí.
La entrega de las primeras 11 unidades -17 años después del nacimiento del programa, conviene resaltar- se anunció con más sigilo que orgullo. Sin firma pública las 4 últimas, sin fotografía oficial, sin presencia mediática. La opacidad fue tan densa que solo faltó realizar la entrega en un callejón sin salida, por la noche y con las luces apagadas. Lo pero es que quizás pudo ser así.

Dragón. Foto: Jorge Estévez-Bujez
Creo que fue Jesús Pérez Triana quien, sin quedarse atrás, como su colega de medio, apuntó: “El Dragón no encaja en ninguna categoría estándar de OTAN; es un híbrido costoso y sobrecargado, fruto de la política más que de la táctica.” Que me disculpe don Jesús si he puesto en su boca palabras que no le corresponden, pero así lo tengo anotado. Un vehículo que debía reemplazar al BMR, pero que ha terminado por representar todos los vicios de los programas de defensa: retrasos, rediseños eternos y una preocupante pérdida de credibilidad institucional.
De los 998 vehículos prometidos hemos pasado a 348, de un supuesto primer lote. De un fabricante único, a un consorcio (TESS) lleno de fricciones. De sustituir lo viejo, a perpetuar lo defectuoso. El último director del Programa dimitió sin explicación. Las entregas, cuando las hubo, se hacen como si se tratara de contrabando. El paradigma de la transparencia dista mucho de envolver al Dragón.
Y mientras tanto, una pregunta se vuelve más elemental, más dolorosa: ¿Funcionan?
Porque ya no se trata de cuándo se entregarán, ni de cuántos se fabricarán, que también. Se trata de saber si este coloso nacional, armado hasta los dientes con sistemas dispares y peso excedido, podrá rodar en condiciones reales sin ser un lastre operativo. Falta saber si este Goliat del Consorcio, afamado preventivamente, llegará a las unidades, en orden de combatir, de servir, de desenvolverse fielmente por los que serán sus entornos naturales: la guerra o la previsión de ella.
Se fue la feria, se cerraron las vitrinas, y el Dragón regresó a su guarida. Entregados 11, en evaluación esos 11; en sus batallones, ninguno. La sombra que proyecta sobre la capacidad de nuestra industria es incierta, pero la que alcanzará a nuestras fuerzas cuando lo encuadren en sus unidades es cada vez más larga, más inquietante.
Jorge Estévez-Bujez
defensayseguridad.es

