Los Escuadrones de Vigilancia Aérea protegen el espacio aéreo español. Tratándose de instalaciones vitales para la seguridad nacional, ¿se contempla la autoprotección permanente de los EVAs frente a algún tipo de amenaza?

Radar Lanza 3D. foto: Indra
Es un tiempo, dicen, de bonanza en ciernes para los siempre maltrechos caudales defensivos. El momento de hacer las cuentas es ahora, y de identificar carencias, también. El listado de capacidades que hay que recuperar es importante, pero también las hay de nuevo cuño, que están en número simbólico, o incluso no están aún, y necesitan adquirirse… algunas, de manera inmediata.
Uno de los varios casos donde las carencias son quizá sangrantes es en las medidas de autoprotección de ciertos sistemas, o instalaciones, digamos críticos. Como el CIWS en los buques de la Armada, en torno al que se organizó cumplido debate en X tras el artículo del teniente de navío Fede Supervielle en esta web, la autoprotección última de algunas instalaciones de los tres ejércitos debe ser abordada con urgencia. Una de esas instalaciones de carácter vital, esencialísimo hasta en la supervivencia propia y del resto de unidades, es el Escuadrón de Vigilancia Aérea, los conocidos como EVAs.
Repartidos por toda la geografía nacional, los EVAs cumplen la función primordial de protección del espacio aéreo con su constante e ininterrumpida vigilancia del mismo. Como tantos otros emplazamientos fijos de las Fuerzas Armadas, los EVAs están desarmados, en el sentido más inmediato y elemental del término. No hablamos aquí de dotarlos de armamento para responder a la amenaza que detecten violentando el espacio aéreo español, no. Queremos hablar de la capacidad de autoprotegerse ante ataques directos.
Es cierto que no resulta fácil, ni es coherente, desligar la capacidad propia de defensa antiaérea inmediata de los Escuadrones de VIgilancia Aérea (EVA) en función de la amenaza que reciban, pues para todas ellas deberían estar preparados y a todas (o la mayoría de ellas) deberían poder hacer frente de manera más o menos autónoma y solvente. La realidad es bien distinta.
En cualquier caso, podemos confiar en que, ante ataques de entidad superior -misiles, cazas- contra los EVAs, éstos pueden contar con el sistema de defensa antiaérea de las Fuerzas Armadas a escala nacional, tanto para defender a los propios radares de los escuadrones, como al resto del territorio o las unidades bajo ataque. La cuestión es, si ante amenazas de menor entidad, como los drones, se está implantando alguna estrategia, de alcance amplio, que otorgue una capacidad autónoma de protección, 24/7, que evite imágenes como las que hemos podido ver en la guerra de Ucrania.
La vulnerabilidad de las instalaciones fijas está, por su propia naturaleza raíz, en el rango más alto. Descartada la protección propia, como decíamos antes, frente las amenazas más poderosas y rápidas, como los misiles o los cazas, creemos que es tiempo abordar la dotación de medios C-UAS (anti drones).

EVA 9. Motril (Granada). foto. Ejército del Aire
Si se trata de explorar el mercado nacional, opciones haylas. Y, como estamos en la marea de los programas de rearme SAFE de la UE, bueno será aprovechar la corriente y subir a bordo. Además, la detección de amenazas aéreas y la preparación para hacerles frente es uno de los leitmotiv de los primeros préstamos del programa SAFE, cuyos 150.000 millones en préstamos se liberan, precisamente, ahora.
Opciones del mercado
Consideramos que se trata de un área de la guerra lo suficientemente actual como para no perdernos en evaluaciones y re-evaluaciones que dilaten años su adquisición. Las empresas privadas ya han puesto en el mercado productos contrastados. Los sistemas C-UAS están ya lo suficientemente maduros y son de sobra conocidos como para articular un concurso de plazos naturalmente cortos y suficientes.
CERVUS III
La española TRC dispone de uno de los sistemas C-UAS más avanzados, y que ya dota unidades en el Ejército de Tierra, como el REW 31 (Rgto de Guerra Electrónica 31, con sede en El Pardo, en el acuartelamiento Zarco del Valle), que opera el CERVUS III.
Este sistema, como indica el fabricante, permite la detección, identificación, seguimiento y neutralización de drones. En su tercera evolución incorpora una capa de inteligencia artificial que mejora la capacidad de respuesta a las amenazas mediante modelos de machine learning y gestión automatizada de la información, de cara a potenciar la capacidad de respuesta de los operadores militares.
El CERVUS puede inhibir la comunicación entre el operador y el dron, neutralizar los drones con vuelos programados o, finalmente, optar por una solución hardkill y destruirlo.

CERVUS III. foto: Ejército de Tierra
CROW
El sistema CROW , ya en servicio en el Ejército del Aire y del Espacio, es otro sistema contrastado y capaz. El EADA (Escuadrón de Apoyo al Despliegue Aéreo), opera el CROW (Indra) desde el año 2022, y está previsto seguir adquiriéndolo y desplegándolo. Según Indra, el sistema es capaz de detectar, utilizando radares de alta resolución, UAS de pequeño tamaño a muy largas distancias. Una vez detectada la amenaza, emplea un sistema optrónico para determinar si ese dron supone una amenaza y, en el caso de serlo, hallar su localización exacta. Una vez la amenaza ha sido confirmada y localizada, el modelo empleará un sistema de interferencias que interrumpirá el guiado del UAS. Para proteger superficies de mayor tamaño, puedes programarse varios Crow para trabajar en conjunto.

CROW. foto: Indra
El problema de la presencia de estos sistemas en las FAS españolas, es que se concentran en unidades concretas. Estas unidades, llámense REW-31 o EADA, proceden a su despliegue cuando son requeridas para ello, pero no hablamos de sistemas que sean operados de forma generalizada en ubicaciones fijas donde presten servicio permanentemente.
Es una solución propia cuando se está implantando su uso, el asignarlo a unidades específicas que los desplazan donde es necesario. Pero eso están bien para acciones concretas, grupos expedicionarios y despliegues lejanos. Creemos que la realidad impone medidas más amplias y algunos cambios en la doctrina. Si la amenaza de los drones es tan general y, efectivamente, cierne en la práctica sobre cualquier lugar imaginable, tanto en el frente como en lo más profundo de la retaguardia, habría que pensar en proteger, al menos, lo indispensable para que el resto funcione.
Los EVAs son esenciales, indispensables y, al igual que no creemos ventajoso que la única capacidad de auto-protección del LHD Juan Carlos I -por analogía- sean sus Harriers, tampoco creemos que los EVAs deban ser protegidos, sólo, por aquellos a quienes debe alertar del peligro.
Ebujez
defensayseguridad.es

