La cifra de bajas se calcularía en más de 19.000, además de cientos de aeronaves -CSIS-. David Axe advierte en The Strategist: la Armada de EE. UU. no está preparada para un bloqueo chino a Taiwán
David Axe planteaba ayer una advertencia en The Strategist (Australian Strategic Policy Institute -ASPI-) que, a buen seguro, no hacía falta que le cuestionaran a nadie en Washington, porque por todos es sabido: si China opta por estrangular a Taiwán mediante un bloqueo marítimo en lugar de una invasión directa, Estados Unidos podría no estar listo para responder eficazmente y romper ese bloqueo.

La Melbourne, las Oliver H.P. en Australia se desempeñaron a la perfección durante décadas, al igual que las Santa María en nuestra Armada
Axe destaca que mientras Taiwán y sus aliados, principalmente EE. UU. y Japón, se han preparado para una guerra breve y decisiva en el Estrecho de Taiwán, no han hecho lo mismo para un conflicto prolongado en altamar, donde el suministro de bienes esenciales dependería de difíciles y arriesgadas operaciones de escolta de convoyes a través del Pacífico, lo que nos pondría frente a una guerra convencional a gran escala y en un escenario de conflicto de miles de kilómetros.
Simulacros recientes del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) ilustraban cómo, en un conflicto de bloqueo no violento, China podría confiscar más de 400 buques mercantes con destino a Taiwán. El país insular empezaría a quedarse sin alimentos en 2 semanas y sin gas natural en 10. En esa situación, el colapso interno o una escalada militar serían casi inevitables, a menos que Estados Unidos intervenga con una campaña sostenida de protección de rutas marítimas.
He aquí el quid de la cuestión: la Armada estadounidense -US Navy- no cuenta con suficientes buques escolta adecuados para sostener ese tipo de intervención, al menos no contra China. El artículo de Axe subraya que el programa de fragatas clase Constellation, iniciado en 2014 y lanzado en 2020, para dotar a la flota de una capacidad efectiva y asequible de escolta, enfrenta sobrecostes, retrasos y un alcance notablemente reducido. A pesar de los planes iniciales de construir 58 buques, actualmente sólo se han encargado 6, y el primero no será desplegado antes de 2029. Además, el presupuesto naval de 2026 no contempla nuevas adquisiciones de estas fragatas, lo que indica una posible cancelación del programa o, cuando menos, un replanteamiento del proyecto a grandes rasgos, lo que lo convertiría en otra suerte de programa LCS o Zumwalt, decapitados después de muchos años y con un producto sin apenas funciones relevantes en la flota.

Idealización de una Constellation. La realidad puede ser bien distinta
El costo de una guerra de convoyes, según los ejercicios del CSIS, sería enorme: 34 buques de guerra estadounidenses hundidos (incluidos 2 portaaviones), cientos de aeronaves destruidas y alrededor de 19.000 bajas. Estas pérdidas representan más del 10 % de la flota de EE. UU., una cifra que no podría reponerse en décadas con la actual capacidad industrial naval.
«Conducir convoyes es una tarea naval básica, pero la Armada estadounidense la ha descuidado porque no ha sido prioritaria desde el final de la Guerra Fría» cita Axe al CSIS. «Ese enfoque ya no es adecuado en la era actual de competencia entre grandes potencias.»
El número importa y, como si se tratara de una vuelta al pasado, a lo más profundo de la Guerra Fría, EE.UU. debe ser capaz de poner sobre el mar, a un mismo tiempo, decenas de buques de superficie, con capacidad de combate suficiente y con posibilidades de renovar las pérdidas a un coste presupuestario, humano y temporal razonable. Y éso, hoy, sólo te lo pueden ofrecer las fragatas, y no todas. Como diría Pérez Triana, «en la Vieja Europa sabían algo…«, saben construir fragatas, y ceñirse a un presupuesto; lo malo es cuando adquieres un producto de bajo riesgo tecnológico -las Constellation se basaban, en origen, en las FREMM italianas-, y lo conviertes, por arte de la mesa de (re)diseño, en otra cosa: añade, pon, suma… lo que era un diseño probado es ahora una quimera de final incierto.
La conclusión de David Axe en Forbes es clara: si Washington no rectifica el rumbo, podría verse envuelto en una guerra naval de gran escala sin los recursos adecuados para garantizar el acceso marítimo de Taiwán. La necesidad de fragatas es ahora una cuestión estratégica crítica.
Redacción
defensayseguridad.es

