Turquía, los S-400 y el F-35: ¿Vuelta al pasado o simples rumores?

Vehículo lanzador de una batería S-400. Foto: BBC
Las aguas bajan movidas en este final de verano en lo que toca a la aviación de combate, y no sólo en lo que a los programas europeos se refiere. Con el FCAS a la cabeza de las tensiones y en el candelero más convulso, llegan noticias, de carácter oficioso -pero que ganan pulso- sobre el F-35 y la anterior relación entre Turquía y Estados Unidos sobre este caza, rota años atrás por las tensiones que se desataron desde la adquisición del sistema ruso de defensa antiaérea S-400 Triumf, en 2017, por Turquía. Aquella decisión, considerada inaceptable por Washington, llevó a la expulsión de Turquía del programa multinacional F-35 Lightning II, en julio de 2019. 5 años después, en 2024, y en un contexto estratégico radicalmente distinto al de entonces, surgieron informes que apuntaron a un posible giro diplomático: al parecer, Ankara estaría valorando la devolución de los S-400 a Rusia -o su retirada del servicio activo- como condición para su reincorporación al programa de 5ª generación liderado por Lockheed Martin y, a estas alturas, ampliamente generalizado por las fuerzas de la OTAN.
La encrucijada tecnológica y el impasse político
Turquía justificó la compra del sistema S-400 como una necesidad operativa ante la negativa estadounidense de venderle el sistema Patriot -del que recordamos que España mantiene una batería desplegada de forma permanente en la ciudad turca de Adama-. Sin embargo, aquella decisión no fue meramente técnica, sino que también representó un gesto político de autonomía frente a sus socios de la OTAN, una especia de verso libre, de outsider, con el que Turquía quiso poner de manifiesto su capacidad de maniobra independiente. Para Estados Unidos, el despliegue de los S-400 suponía un riesgo inaceptable para la seguridad del F-35, ya que la compleja arquitectura de sensores del sistema ruso podría comprometer las capacidades furtivas del caza. Si el argumento era o no cierto, lo desconocemos, pero la realidad es que esta fue la tesis que Washington mantuvo y que sirvió, a la postre, para expulsar a Turquía del Programa F-35.
El Congreso estadounidense reaccionó así de forma inmediata: se canceló la entrega de los F-35 adquiridos por Ankara, se bloquearon transferencias tecnológicas y se impusieron sanciones bajo la Ley CAATSA (Countering America’s Adversaries Through Sanctions Act) en 2020. Turquía, por su parte, mantuvo su posición soberana, asegurando que los S-400 eran indispensables para su defensa aérea. Y en esas estamos todavía.
El escenario hoy. Un pequeño recorrido por lo que se dice
Ya en este mes de septiembre, no pocos medios internacionales, entre ellos thenationalinterest.org, forbes.com, defencesecurityasia.com y turkishminute.com, por mencionar sólo unos pocos, han informado sobre la posibilidad de que Rusia esté considerando recomprar los sistemas S-400 a Turquía, o bien que Ankara se plantee retirarlos de su inventario operativo como parte de un posible acuerdo con Washington, así como la propia negación de los rumores por parte de Turquía.

V. lanzador de una batería S-400. Foto: Reuters
En concreto, el análisis de Forbes sugiere que una retirada total de los S-400 del suelo turco serviría para crear las condiciones políticas y técnicas necesarias para reconsiderar la participación de Turquía en el programa F-35. Dicho así podría, efectivamente, resultar factible, pero hace falta algo más de profundidad, llegar a lo mollar del asunto.
Po su parte, fuentes citadas por el medio griego Kathimerini y reproducidas por turkishminute.com señalaron que Estados Unidos habría propuesto colocar los S-400 bajo control estadounidense en la base aérea de İncirlik, lo que reduciría el riesgo de interferencia con el ecosistema F-35. Sin embargo, y al parecer, esta opción habría sido rechazada por Ankara, que insiste en su derecho soberano a decidir sobre sus sistemas de defensa. En todo caso, insistimos, nos movemos en un terreno oficioso las más de las veces.
La posición oficial del Gobierno turco sigue siendo ambigua. El medio local nefes.com.tr ha dicho que existen «rumores persistentes» sobre una posible «devolución» de los S-400 a Rusia como parte de un proceso de reconciliación con Occidente. Como respuesta, el Ministerio de Defensa turco, consultado al respecto, habría reiterado que los S-400 continúan en su inventario y que no hay planes oficiales para retirarlos o transferirlos.
Como puede apreciarse, el rumor existe, cobra fuerza, pero no encuentra el cauce oficial que confirme nada más, acaso encuentra los desmentidos, en este caso sí oficiales.
¿Qué esperar?
La reincorporación de Turquía al programa F-35 tendría implicaciones profundas, tanto para Ankara como para la OTAN. Desde el punto de vista técnico-industrial, Turquía fue uno de los socios fundadores del programa y participaba en la fabricación de más de 900 componentes del F-35. Su exclusión forzó una no menor reconfiguración de la cadena de suministro que, según Lockheed Martin, costó tiempo y dinero.

Presentación del que fuera primer F-35 con destino a Turquía. Foto: Lockheed Martin
En el plano operativo, Turquía necesita modernizar su fuerza aérea. Su flota de F-16 envejece y, aunque ha solicitado a EE.UU. la compra de nuevos F-16 Block 70, éstos no ofrecen, ni remotamente, las capacidades de 5ª generación que reúnen los F-35. También está en juego el Eurofighter, que ha visto levantarse por fin las reticencias alemanas a la exportación del 4.5ª gen. europeo a Turquía, y que opta también a reequipar a la Fuerza Aérea Turca.
Volver al programa permitiría a Turquía mantener la paridad tecnológica con otros aliados de la OTAN en el Mediterráneo y, cómo no, encontrar la réplica a los F-35 griegos, que están llamados a crecer en número según se dio a conocer en fechas recientes.
No obstante, el precio político sería elevado. No estamos hablando de una devolución en Zara de un suéter de una talla errónea. Retirar los S-400, o más específicamente devolverlos a Rusia podría interpretarse como una pérdida de soberanía y un reconocimiento implícito del error cometido en 2017 al adquirirlos. Además, podría tensar las relaciones con Moscú, con quien Ankara mantiene una relación pragmática, pero también compleja en varios teatros de operación coincidentes entre ambos (Siria, Cáucaso, Mar Negro). No se trata, desde luego, de un asunto menor, ni fácil.
De cualquier forma, la realidad es que no existe confirmación oficial de que Turquía esté dispuesta a devolver los S-400 a Rusia, si bien, como hemos visto, algunas informaciones indican que el tema parece haber vuelto a la agenda estratégica de Ankara y Washington. La posibilidad de una reversión parcial o simbólica de la decisión de 2017 no puede descartarse. Turquía, metida de lleno en el desarrollo de su próximo caza de 5ª generación KAAN, busca reforzar su arsenal, mantener y potenciar su acceso a tecnologías de defensa avanzadas y conseguir, cómo no, consolidar más su perfil de potencia media en su siempre complejo escenario geopolítico.
El dilema, entonces, -si es que existe- sigue siendo el mismo: ¿S-400 o F-35?. Nada parece haber cambiado en estos años, pese a que cobre actualidad la noticia. Resolver ese dilema, si es que hay que resolverlo, requeriría concesiones, gestos políticos e industriales y, sobre todo, una redefinición clara de las prioridades de Turquía en su propio panorama industrial, así como en los escenarios euroatlántico y euroasiático, donde Ankara mantiene graves intereses de todo tipo.
Redacción
defensayseguridad.es

