Francia se puede apuntar un gran éxito de ventas y Ucrania hacerse con un gran caza

Ap viene informando hace horas de lo que hasta hace poco parecía poco probable, y que ha comenzado a tomar forma con un gesto que desborda simbolismo político y, por qué no, ambición militar por parte de Kiev, pese a los años de guerra y el hastío: Ucrania ha firmado una carta de intención para la compra de hasta 100 cazas Rafale franceses, en un acuerdo rubricado en París por el presidente Volodímir Zelenski y su homólogo Emmanuel Macron.
La operación, articulada en torno a una alianza bilateral de seguridad firmada en 2023 y recientemente renovada, representa el mayor salto de Kiev hacia la occidentalización plena de su aviación de combate. Y no solo por la magnitud numérica del pedido –del que aún no se han concretado entregas ni precios–, sino por el tipo de plataforma seleccionada: el Dassault Rafale, un caza polivalente con capacidad real de operar en entornos de guerra electrónica intensa y combates más allá del alcance visual (BVR).
Más que aviones: un paquete completo de soberanía
Según fuentes tanto de la embajada ucraniana como del Elíseo, la iniciativa va mucho más allá de la simple compraventa. El paquete incluiría entrenamiento de pilotos, creación de capacidades de mantenimiento en territorio ucraniano y posibles transferencias tecnológicas, una línea roja habitual en las exportaciones francesas, pero que en este caso habría sido flexibilizada.
Zelenski no tardó en calificar el paso como “un nuevo capítulo para la defensa aérea de Ucrania”, subrayando su papel frente a las agresiones rusas. Macron, por su parte, enmarcó la operación dentro de una “inversión en la soberanía europea y la paz duradera”, fórmula cada vez más repetida por el Palacio del Elíseo al justificar compromisos armamentísticos con terceros países aliados.
El Rafale: de plataforma a palanca política
Los Rafale están equipados con radar AESA, guerra electrónica integrada SPECTRA, y compatibilidad con misiles de largo alcance como el MBDA Meteor. Son, en la práctica, cazas de 4.5 generación que pueden competir con los Su-35 y MiG-31 rusos en términos de capacidad ofensiva y defensiva, especialmente si se operan en red con sensores occidentales y armamento stand-off.
En la práctica, la decisión abre la puerta a una transición doctrinal en la Fuerza Aérea Ucraniana, que actualmente vuela con una combinación desigual de MiG-29 modernizados y F-16 en integración inicial. La entrada del Rafale supondría una complejidad logística evidente, pero también una señal clara: Ucrania no quiere depender eternamente de transferencias puntuales, sino construir una aviación de combate soberana.

Riesgos políticos y financiación pendiente
La firma del documento de intención no implica todavía un contrato vinculante. Según fuentes diplomáticas recogidas por AP y medios como Le Figaro, el acuerdo necesitará aprobación parlamentaria en Francia, además de que la financiación dependerá, en gran medida, de aportes futuros de la Unión Europea y Estados Unidos. En otras palabras: sin fondos externos, el acuerdo difícilmente será ejecutable en su totalidad.
Rusia, por su parte, ha calificado el anuncio como una “provocación” y ha amenazado con respuestas “asimétricas”, dentro del repertorio habitual del Kremlin.
Giro de paradigma: de receptor a comprador
En definitiva, la operación marca un punto de inflexión en la postura militar de Ucrania. De ser un país receptor de ayuda condicionada, comienza a comportarse como un actor que define sus propias líneas de desarrollo y adquisiciones. Y si bien los cazas tardarán años en llegar, entrenarse y formar parte activa del orden de batalla, el simple anuncio envía un mensaje: Ucrania quiere entrar en la OTAN por la vía de los hechos, no de las declaraciones.
En paralelo, Zelenski continúa su gira diplomática en España, donde se espera la firma de un acuerdo de seguridad bilateral similar al francés, completando así un mapa de compromisos europeos en el ámbito militar cada vez más densamente tejido.
Redacción/Agencias
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