Sáhara. En la hora del adiós diplomático de España

La nueva postura diplomática de España y el final de la histórica

No siempre llueve sobre mojado, y menos aún en la cuestión saharaui, que gozaba de un prolongado status quo durante decenios ya. Una situación de impasse que anquilosaba un conflicto, éso es cierto, reduciéndolo a latente, o larvado, sin visos claros de solución hasta hace apenas un lustro, cuando el primer advenimiento de Trump puso patas arriba la tradicional postura diplomática española sobre el tenor. El todavía reciente y mal explicado giro español a reconocer que el plan marroquí de autonomía constituye, para la oficialidad nacional, «la base más seria, creíble y realista» para la resolución del conflicto del Sáhara Occidental, como consta en la carta que Pedro Sánchez envió al rey de Marruecos el 18 de marzo de 2022. Una misiva que rompía con décadas de política exterior española basada, cuando menos formalmente, en la defensa del derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui.

Son multitud los analistas españoles que vienen advirtiendo de las consecuencias de ese cambio, que no se limita a un gesto simbólico sino que impacta de lleno en los intereses vitales de España. Pero sus opiniones, con ser válidas y respaldadas, no han supuesto freno alguno a un plan, el de la inclusión final del Sáhara como provincia marroquí, que pasará por encima de textos, declaraciones y advertencias, sin el menor rubor.

El historiador y periodista Pablo Ignacio de Dalmases, especializado en la cuestión saharaui, ha sido muy crítico con el abandono por parte de España del proceso de autodeterminación. En entrevista con TodoLiteratura, afirmó que el Sáhara Occidental ha sido traicionado por los sucesivos gobiernos, y que se está permitiendo una ocupación en contra del Derecho Internacional. Según Dalmases, dicho giro implica abandonar «la última colonia de África» por parte de la potencia administradora, en abierta contradicción con la doctrina internacional de las Naciones Unidas sobre territorios no autónomos.

Autorizadas voces del mundo diplomático, como la de Inocencio Arias, exembajador durante años de España ante la ONU, se han mostrado muy críticas con la postura del Ejecutivo. En una entrevista concedida a TRECE TV, en 2022, Arias cuestionó que el presidente del Gobierno se desmarcara de la postura histórica española: considera que el giro fue improvisado, sin retorno político tangible y dañino para las relaciones con Argelia. «El plan Baker decía que los saharauis debían votar lo que querían en dos ocasiones. Y ahora España rompe eso después de 47 años con la misma postura de todos los dirigentes españoles.¿A cambio de qué?«, se preguntaba Arias en referencia al apoyo al plan de Marruecos, señalando que España perdía mucho sin que se identificaran beneficios concretos.

El general de división (r) Rafael Dávila también ha expresado reiteradamente su preocupación por la actitud del Gobierno respecto a Marruecos. En una entrevista publicada en julio de 2025 por el medio digital Otra Lectura, Dávila afirmó que «es evidente que Marruecos representa una amenaza para España«. Alertó sobre la pérdida de disuasión, el chantaje migratorio y la vulnerabilidad que implica entregar bazas diplomáticas claves.

Desde esta óptica -y con todo respeto a las que no se mencionan aquí- se puede argumentar sin miedo al error, que España pasa de una posición de relativa autonomía a una de extrema vulnerabilidad. Y no son pocas las áreas donde se hará manifiesta una sobrevenida debilidad, que suma enteros a la no demasiado firme posición mantenida hasta ahora en las relaciones con el otro lado del Estrecho.

  1. Comercio y suministro energético: Argelia ha sido suministradora clave de gas para España. Al respaldar el plan marroquí del Sáhara, España pierde su capacidad de interlocución equilibrada en el Magreb. Esto llevó a Argelia a romper el tratado de amistad con España y a redirigir parte de su comercio hacia Italia y China. España, al plegarse a Rabat, se aisló en ese sentido perdiendo conscientemente peso como actor.
  2. Aguas territoriales, ZEE y espacio estratégico: El Sáhara Occidental posee recursos en sus aguas territoriales y ZEE. Reconocer implícitamente la soberanía marroquí implica renunciar a cualquier defensa futura de intereses pesqueros o energéticos en esa zona. Además, no necesita explicación afirmar que el grado de exposición de Canarias a las presiones territoriales por parte de Marruecos aumentará exponencialmente.
  3. Inmigración y población musulmana establecida: La gestión migratoria escala como arma política. Marruecos ha demostrado que puede utilizar la inmigración como instrumento de presión, como se vio -no sólo- en mayo de 2021, en Ceuta. Además, la numerosa comunidad marroquí asentada en España es un vector de influencia indirecta de Rabat en el interior de nuestro país.
  4. Posición jurídica e internacional: Hasta 2022, España mantenía una postura coherente con el Derecho Internacional. Ahora, su giro la alinea con una creciente cuenta de países que avalan abiertamente el plan marroquí, algunos de ellos con intereses en franca contraposición a los españoles en la región, como Francia. Mientras la ONU sigue calificando el Sáhara como «territorio no autónomo pendiente de descolonización», lo cierto es que ya ha comenzado los pasos para plegarse al plan marroquí del Sáhara y acepta la óptica de Rabat como la mejor posicionada para «solucionar» el conflicto. Da la sensación de que España se ha subido a un tren de muchos, por miedo a permanecer en el andén de unos pocos.
  5. España reduce sensiblemente su capacidad de negociación con Marruecos en un área clave. Siendo tantas las aristas que bordean nuestras relaciones, perder una baza como la saharaui, motu proprio, además, es un renuncio impropio de una cancillería histórica como la española. Nuestros puntos de fricción son numerosos, y todos los argumentos y posibles que se puedan emplear son necesarios, del primero al último.

El respaldo al plan marroquí del Sáhara Occidental supone un declive estratégico para España. No se trata sólo de una cuestión simbólica o diplomática, sino de una pérdida tangible de influencia, soberanía e independencia en el norte de África. Como bien señala Inocencio Arias, España ha cedido una herramienta diplomática clave sin obtener rédito visible.

 

Redacción

defensayseguridad.es

Un comentario

  1. Las islas salvajes no pueden reclamar, o no deberian, reclamar aguas , ya que son peñones y se acordó cederlas sin concesión de aguas, por otra parte debemos reclamar las aguas del monte tropic ya que pertenecen a la cadena de Canarias. Y por ultimo la traición al pueblo saharaui nos pesará mas a nosotros que a ellos ya que lo hacemos a cambio de nada y desatamos la ambición marroquí

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