El pasado 15 de noviembre, el periódico El Día. La opinión de Tenerife, de Tenerife, publicó un artículo que ha reactivado, no sabemos con qué grado de intensidad, la preocupación en las Islas por la posible adquisición de 32 cazas furtivos F-35 por parte de Marruecos, en una operación estimada en 17.000 millones de dólares. Según el medio, estos aviones podrían operar cerca del espacio aéreo de Canarias, Ceuta, Melilla y el sur peninsular, desequilibrando la correlación de fuerzas en el Magreb. La alarma, aunque efectiva como gancho local, se apoya en fuentes indirectas y presupuestos preliminares, sin aportar elementos nuevos ni verificados; poco más que lo que ya se sabe hasta ahora y que se puede resumir en una sola palabra: rumor.

La narrativa vuelve a enlazar con el conocido argumento de una “carrera armamentística con Argelia”, anclando la alerta en el presupuesto de defensa marroquí para 2026, que se elevaría a 14.700 millones de euros (un 17,77 % más, equivalente al 3,4 % del PIB). Sin embargo, el texto omite datos esenciales: no hay confirmación oficial de Washington ni por parte de organismos reguladores estadounidenses sobre una venta de F-35 a Rabat.
Rumores reciclados y el «efecto Arabia»
Este supuesto interés marroquí por el F-35 no es nuevo. Su último exponente circula desde febrero de 2025, con repuntes notorios a final de verano *septiembre- y principios de otoño, en medios como Hespress o The Africa Report. La posible firma saudí por un número ciertamente impresionante del caza furtivo —por 121 F-35A y un contrato preliminar de 80.000 millones de dólares— ha reavivado especulaciones regionales. Este anuncio, que rompe tabúes en Oriente Medio, ha tenido un efecto rebote en el Norte de África, provocando que medios provinciales como El Día reciclen estos ecos para crear contexto local, sin aportar ni cronograma, ni configuración técnica, ni posicionamientos diplomáticos actuales. Pero, en todo caso, y como decimos, es legítimo apuntar una preocupación creciente.
Lo relevante en todo caso es que la Agencia de Cooperación de Seguridad de la Defensa (DSCA), entidad encargada de las Ventas Militares Extranjeras (FMS) de EE.UU., no ha emitido ninguna notificación al Congreso en lo que va de 2025 referente a Marruecos y cazas de 5ª generación. Las últimas ventas aprobadas (abril: 600 misiles Stinger, 825 millones; mayo: 612 Javelin, 260 millones) se refieren a capacidad antiaérea y anticarro, no a aviación de combate, ni mucho menos al F-35. Sin una notificación DSCA ni una NAAD (Notificación de Aprobación de Armas Directas), cualquier movimiento relacionado con el F-35 permanece en el plano del non-paper: filtraciones sin compromiso contractual, por más que merezcan ser atendidas mediáticamente, que es otra cuestión.
Temores en Canarias: legítimos, pero prematuros
En Canarias, donde la defensa aérea se apoya en los próximos Eurofighter a desplegar en Gando, en substitución de los F-18, la inquietud ciudadana es comprensible. La proximidad geográfica —menos de 100 km de distancia con la costa continental— convierte a las Islas en primer receptor de cualquier tensión. Pero de momento, no hay señales de riesgo inminente ni cambios doctrinales anunciados. Marruecos, aunque es aliado principal fuera de la OTAN para EE.UU. y cuenta con un porcentaje altísimo de su arsenal de origen estadounidense, sigue enfrentando condicionantes geopolíticos y logísticos: desde el reto organizativo superior al que se enfrentan cada vez más sus Fuerzas Armadas, que cuentan con más «denominaciones de origen» entre sus materiales de lo que sería deseable, hasta la saturación industrial de Lockheed Martin y sus cadenas de producción; la cual, pese a todo, superarán con cierta soltura.
Conclusión: sin notificación DSCA, no hay trato; sin FMS, no hay contrato.
En resumen, el artículo de El Día refleja una ansiedad regional con raíces legítimas, pero alimentada artificialmente por el «efecto Arabia» y por ciclos especulativos ya conocidos. Sin documentación oficial de la DSCA, seguimos hablando de rumores. Y en defensa, como tantas veces, los rumores vuelan más rápido que los cazas.
España no debe caer en el alarmismo. Pero sí le corresponde mantener vigilancia diplomática y tecnológica.
Redacción
defensayseguridad.es

