Resumen de un artículo de Air & Space Forces Magazine por su indudable interés para la defensa aérea estadounidense
Presentamos un resumen del artículo publicado el 11 de noviembre de 2025 en Air & Space Forces Magazine, escrito por Michael Adler, que detalla el nuevo plan de la Fuerza Aérea de EE. UU. (USAF) para definir el tamaño y la composición ideal de su flota de cazas en la próxima década. Por la claridad de sus cifras y su impacto directo en la planificación operativa y presupuestaria, el texto ofrece una visión indispensable sobre las prioridades reales de la USAF.
Una flota de combate de “bajo riesgo”: el ambicioso plan a 10 años de la USAF

La Fuerza Aérea de Estados Unidos ha presentado al Congreso un plan decenal que redefine el número mínimo de cazas necesarios para mantener operaciones con un nivel considerado de “riesgo bajo”: 1.558 aviones codificados para combate, cifra muy por encima de los 1.271 cazas que se proyectan para el año fiscal 2026. El umbral de “riesgo medio” se establece en torno a 1.367.
No se trata de una estimación hipotética, sino de una guía clara para los legisladores, diseñada para relacionar directamente el tamaño del inventario con la capacidad operativa real. Como reconoció un portavoz del Pentágono: “Necesitamos más Fuerza Aérea”, en referencia directa a las actuales limitaciones presupuestarias.
¿Qué significa exactamente “riesgo bajo”?
Según la USAF, alcanzar ese umbral permitiría ejecutar misiones con alta probabilidad de éxito, sin comprometer la formación de pilotos ni el mantenimiento. Además, debe permitir absorber pérdidas, sostener operaciones prolongadas y hacer frente a múltiples contingencias sin agotar los recursos humanos ni materiales.
Hoy, la USAF enfrenta una brecha de casi 300 cazas respecto al nivel considerado seguro. Y eso sin contar las desinversiones previstas, como la retirada total del A-10 y de buena parte de los F-15C/D y F-15E con motores más antiguos.
La estrategia: más F-35A, F-15EX y aviones no tripulados
La piedra angular del plan es la adquisición sostenida del F-35A, con un objetivo de 1.763 unidades. Se espera también aumentar progresivamente la compra de F-15EX, desde 24 hasta un máximo de 36 al año si la capacidad industrial lo permite.
En paralelo, la USAF apuesta por integrar drones de combate colaborativo (CCA), como los YFQ-42A (General Atomics) y YFQ-44A (Anduril), cuyos vuelos de prueba comenzaron recientemente. Aunque no sustituyen a los cazas tripulados, se espera que actúen como multiplicadores de fuerza y alivien parte de la carga operativa.
La incorporación de estos sistemas irá de la mano del nuevo caza de sexta generación, el F-47, actualmente en fase de desarrollo, con un primer vuelo previsto para 2028. La USAF los considera parte de una misma familia operativa, en la que el piloto dirige sensores y armas no tripuladas según la misión.
Problemas persistentes: pilotos y retrasos
El documento no oculta las limitaciones estructurales. La escasez de pilotos de combate sigue siendo crónica —más de mil vacantes en 2024— y la formación no cubre los 1.500 anuales que serían necesarios.
Además, persisten los retrasos tecnológicos. El software TR-3 y la modernización del F-35 en su Bloque 4 siguen acumulando demoras. Esto ha obligado a reducir temporalmente las compras de F-35, mientras algunos aviones ya entregados llegan con versiones provisionales del software.
Por otra parte, las flotas envejecidas requieren cada vez más mantenimiento. La escasez de piezas y los problemas en los depósitos ralentizan la transición hacia modelos más modernos, y los recursos destinados a sostener lo viejo compiten directamente con los fondos para adquirir lo nuevo.
Más que una cifra, una advertencia
La cifra de 1.558 cazas no es una meta proyectada, sino una declaración de riesgo. Informa al Congreso, a la industria y a los mandos operativos de qué se necesita para operar con un margen de seguridad aceptable.
Para alcanzarlo, será necesario:
-Aumentar sostenidamente la compra de F-35A y F-15EX.
-Cumplir los calendarios de retirada del A-10 y los F-15 antiguos.
-Integrar a tiempo los CCA.
-Resolver el cuello de botella de pilotos y formación.
-Mejorar la disponibilidad operativa de las plataformas actuales.
El mensaje es claro: el riesgo ya es tangible. Y sin decisiones presupuestarias firmes, sin capacidad industrial a la altura y sin pilotos suficientes, el número 1.558 seguirá siendo, como mucho, una aspiración.
Fuente original: Michael Adler, Air & Space Forces Magazine, 11 de noviembre de 2025
Fotografía: Sgt. Técnico Jacob Stephens / U.S. Air Force
Redacción
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