El egoísmo de Washington pasa factura: La ayuda militar a Ucrania cae un 43% tras el colapso del plan de Trump en la OTAN
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, a la derecha, y el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, se dirigen a una conferencia de prensa durante una reunión de ministros en la sede de la alianza militar en Bruselas. (AP Foto/Geert Vanden Wijngaert)
La crisis en la financiación militar a Ucrania se agrava tras el fracaso de la iniciativa de Estados Unidos en la OTAN, dejando a Europa ante el dilema de cómo sostener la defensa de Kiev. El más reciente informe del Instituto Kiel confirma que la asistencia militar total se desploma un 43%, mientras Rusia consolida su control sobre el 20% del territorio ucraniano.
En este contexto de necesidad crítica, potencias europeas como España, Francia e Italia han dado la espalda al proyecto Prioritized Ukraine Requirements List (PURL), una medida impulsada por el presidente estadounidense Donald Trump que busca obligar a los aliados a financiar la compra de armamento de EE. UU. para la guerra.
I. El colapso de la ayuda y la imposición del «Departamento de Guerra»
El más reciente informe del Instituto Kiel (Rastreador de Apoyo a Ucrania), actualizado el martes, dibuja un panorama sombrío que expone la fragilidad de la seguridad europea.
Los datos indican que la ayuda militar a Ucrania experimentó una caída del 43% en julio y agosto de 2025 en comparación con el promedio mensual del primer semestre del año. Esta dramática reducción se produce en un momento en que Ucrania sigue dependiendo en gran medida de las armas estadounidenses, mientras se prepara para otro invierno de conflicto agotador con Rusia.
Grafico promedio mensual de toda la ayuda militar durante este período fue un 43 % inferior al nivel del primer semestre de 2025.
En este clima, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Pete Hegseth, adoptó un tono desafiante en Bruselas. Advirtió directamente a Moscú que Estados Unidos y sus aliados «impondrán costos a Rusia por su continua agresión» y subrayó: «Si debemos dar este paso, el Departamento de Guerra de Estados Unidos está dispuesto a hacer nuestra parte de una manera que sólo Estados Unidos puede hacer.» Estos comentarios se producen mientras la Administración Trump evalúa una solicitud de Ucrania para misiles de largo alcance Tomahawk.
Hegseth politizó abiertamente el conflicto al afirmar que, aunque la guerra «no comenzó bajo el mandato del presidente Trump, terminará bajo su mandato«.
II. La rebelión de la UE ante los «oportunistas» del Plan PURL
El eje de la estrategia de Washington es el programa PURL, que reemplazó las donaciones de armas estadounidenses y ahora exige a los aliados que paguen por las entregas. Hegseth instó a los aliados a aumentar la inversión, argumentando que «La paz se consigue cuando eres fuerte. No cuando usas palabras fuertes o señalas con el dedo, sino cuando tienes capacidades sólidas y reales que los adversarios respetan.»
A pesar de que el miércoles se sumaron a la iniciativa Suecia, Estonia y Finlandia, potencias más grandes como Francia y el Reino Unido no han asumido tales compromisos.
El secretario de Defensa de EE. UU. elevó el tono de la crítica al inicio de la reunión, dirigiéndose directamente a los países reticentes: «Ahora… es el momento de que todos los países de la OTAN pasen de las palabras a los hechos, en forma de inversiones en PURL. Todos los países sentados a esta mesa, sin oportunistas.»
No obstante, España, Francia e Italia se mantienen fuera del proyecto, que solo ha conseguido asegurar 2.000 millones de dólares, lejos de los 3.500 millones que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, esperaba conseguir.
La ministra de Defensa española, Margarita Robles, condicionó la participación de España a la prueba de que el mecanismo sea eficaz, señalando que solo si se considera que esa iniciativa «va a solucionar el problema de Ucrania», España entrará.
III. Respuesta europea: activos rusos y defensa común
Ante la inestabilidad de Washington y la urgencia por financiar la guerra, la Unión Europea, con el firme apoyo de España, prioriza un mecanismo de financiación interna que no depende de la industria estadounidense: el uso de los beneficios de los activos soberanos rusos inmovilizados.
Este plan, que concedería un «préstamo de reparaciones» a Ucrania basado en los 194.000 millones de euros en activos rusos, es el “plan B” de Bruselas. España y otros países clave defienden que las garantías legales y financieras del préstamo deben ser mutualizadas y respaldadas por el Presupuesto europeo, en un claro movimiento hacia una mayor autonomía financiera y de seguridad.
Foto: Los líderes de los 27 países de la UE, durante la reunión celebrada este jueves en Bruselas.
IV. La presión de Trump y el enfrentamiento con Bruselas
El enfrentamiento se agudiza con la amenaza directa de Donald Trump de imponer aranceles comerciales a España por no comprometerse con su exigencia de elevar el gasto en defensa al 5% del PIB.
Foto: Trump, dispuesto a aplicar más aranceles a España si el Gobierno de Sánchez no invierte el 5% del PIB en defensa
La Comisión Europea ha salido en defensa de España, advirtiendo de forma inusual y firme: “Responderemos adecuadamente… a cualquier medida tomada contra uno o más de nuestros Estados miembros”. Al defender que el comercio es competencia exclusiva de la UE, Bruselas envía un mensaje claro de soberanía frente a la coerción de Estados Unidos.
El ministro de Defensa ucraniano, Denys Shmyhal, concluyó con un claro requerimiento: su país necesita $120.000 millones para 2026, de los cuales pide a los aliados que cubran la mitad destinando el 0,25% de su PIB. El tiempo corre, y el colapso de la ayuda es insostenible con Rusia controlando el 20% del territorio.
La advertencia de Hegseth a los «oportunistas» en la OTAN subraya que Washington ha convertido el apoyo a Ucrania en una dura transacción comercial y una prueba de lealtad política. Mientras el «Departamento de Guerra» de EE. UU. exige a sus aliados europeos que rescaten su propia industria armamentística, Europa se enfrenta a un momento de verdad. La decisión de las grandes potencias de la UE de rechazar el plan PURL y acelerar la ruta de los activos rusos congelados no es solo una elección financiera; es una declaración de soberanía. El fracaso de la OTAN en este capítulo expone la profunda fisura transatlántica y obliga a Europa a elegir entre la dependencia militar de un aliado volátil o la construcción urgente de una autonomía de defensa propia.
J.Victor Fauli
defensayseguridad.es