Los nuevos acorazados nucleares clase Trump: romper con todo en una apuesta por el poder absoluto de los mares

Foto: Comando de Sistemas Navales de la UsNavy
«El USS Defiant será el buque de guerra más grande, más mortífero, más versátil y de mejor aspecto de cualquier parte de los océanos del mundo». Con estas palabras, el secretario de la Marina de EE. UU., John Phelan, resumía el 22 de diciembre el espíritu del ambicioso programa de renovación naval anunciado por la administración Trump: la construcción de una nueva clase de acorazados nucleares bajo el nombre clase Trump, dentro de la iniciativa industrial Flota Dorada. Estamos ante uno de los proyectos más ambiciosos de la Marina de los Estados Unidos de todos los tiempos, de inspiración presidencial, además.
No son pocos los medios de todo el mundo donde acceder a la información disponible, pero por su rigor y lo detalladamente que ha sido presentada por Carter Johnston en el prestigioso medio Naval News, nos basaremos en ella, además de ampliarla con el trabajo de Mallory Shelbourne y Sam LaGrone en en el no menos importante USNI News, ambos ofrecen un retrato fidedigno de un proyecto sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial.
Un buque que rompe con medio siglo de diseño naval
Tal como señala Johnston, el USS Defiant (BBG-1), primer ejemplar de esta clase, será un acorazado de 30.000 a 40.000 toneladas, más del doble que los destructores clase Zumwalt (15.000 toneladas), y superará incluso al mayor buque de combate de superficie actual, el crucero nuclear ruso clase Kírov.
El diseño del Defiant combina una silueta angular con una superestructura integrada y un conjunto de tecnologías ofensivas y defensivas radicalmente ambiciosas: radares SPY-6, cañones de riel, láseres de alta energía, más de 100 celdas VLS, y capacidad nuclear ofensiva.
«Serán 100 veces más potentes que cualquier acorazado jamás construido», afirmó Trump durante la presentación. Añadió también que «la Marina de Estados Unidos liderará el diseño, junto conmigo, porque soy una persona muy estética».

Foto: Comando de Sistemas Navales
Potencia de fuego e integración nuclear
La arquitectura del buque, según las representaciones divulgadas, incluye 2 cañones Mark 45 de 5 pulgadas hacia proa, junto a bancos VLS capaces de lanzar misiles Tomahawk, Standard y misiles hipersónicos Conventional Prompt Strike (CPS). Un tercer banco, aún mayor, estará específicamente dedicado a estas armas hipersónicas.
Johnston destaca la presencia visible de un sistema similar al Advanced Gun System (AGS) de Zumwalt, aunque se sospecha que se trata de un cañón de riel de próxima generación. Según el propio Trump: «el buque estará armado con cañones de riel«, haciendo referencia al sistema recientemente presentado por General Atomics con soluciones al problema del desgaste del ánima.
Lo más controvertido, sin embargo, ha sido la inclusión confirmada por Trump del misil de crucero lanzado desde el mar con cabeza nuclear (SLCM-N). Esta integración marca un cambio doctrinal profundo: por primera vez desde la Guerra Fría, la flota de superficie estadounidense volverá a portar armamento nuclear. Como recuerda Shelbourne en USNI News, «el buque podrá operar de forma independiente o al mando de su propio Grupo de Acción de Superficie«, y ejercerá funciones de comando, lo que refuerza su papel dentro del concepto de combate distribuido de la Marina.
Industria, objetivos políticos y dimensión simbólica
Además del contenido técnico, el anuncio tuvo una carga simbólica y política evidente, como no podía ser de otro modo, siendo quien es el inquilino presidencial, y hablando de la envergadura del proyecto de que se trata. Trump subrayó su papel como impulsor directo del diseño: «El diseño empezó conmigo durante mi primer mandato«, y agregó: «Solíamos construir el Iowa, el Missouri y el Alabama. Estos tendrán cien veces más fuerza y potencia«.
El presidente confirmó la construcción inicial de 2 unidades, con un objetivo final de 20 a 25 buques, si la industria puede absorber la carga. La intención es sin duda ambiciosa. Veremos en qué queda finalmente. «Nos reuniremos con los principales para discutir los cronogramas de producción. La única manera de que puedan hacerlo es con nuevos astilleros«, dijo. También mencionó, en tono polémico, que la solución para la falta de mano de obra será el uso de robots en los astilleros.

Foto: Comando de Sistemas Navales
La referencia al USS Missouri (1944), el último acorazado entregado a la Armada estadounidense, no es anecdótica: el Defiant sería el primer buque de combate de superficie de gran tonelaje desde entonces, recuperando el imaginario de los grandes buques de línea del siglo XX, pero con capacidades propias del siglo XXI.
¿Un reemplazo para el DDG(X)? ¿Una respuesta a China?
La administración Trump ha dejado entrever que este programa reemplaza al DDG(X), un proyecto de destructor avanzado que se encontraba aún en fase conceptual. Trump, al ser preguntado si los nuevos acorazados apuntaban a contrarrestar a China, respondió: «Es una respuesta a todos. No es China«.
Lo cierto es que la versatilidad que promete el Defiant —con capacidad de comando avanzado, control de plataformas no tripuladas y una red energética común para armas y sensores— se alinea con las necesidades de la Marina en entornos de alta intensidad como el Indo-Pacífico, sin excluir otros teatros, aunque el tamaño y las características del buque sugieren un enorme cambio doctrinal en las operaciones y obliga a re-introducir una clase de navío del pasado, con unas capacidades que, de manifestarse como se sugiere, supondrán, efectivamente, un replanteamiento total de la Flota.
Costes y viabilidad
Según USNI News, el coste estimado de cada buque oscilará entre 10.000 y 15.000 millones de dólares, dependiendo del equipamiento y de los astilleros implicados. Recordemos que sólo el nuevo portaaviones francés quiere estar en el orden de los 10.000 millones de euros, por establecer una comparación con un tipo de navío de grandes dimensiones, aunque de un orden absolutamente distinto. Bath Iron Works y HII (Ingalls Shipbuilding), principales candidatos para su construcción, han confirmado que están listos para asumir el desafío.
Chris Kastner, director ejecutivo de HII, declaró: «Entendemos la urgencia… Hemos tomado diversas medidas para acelerar la entrega. Se está creando más capacidad para satisfacer estos requisitos críticos«.
Tal y como sugiere Carter Johnston, estamos ante un cambio de paradigma: no sólo por el retorno de una clase de buque abandonada durante décadas, sino por el regreso explícito del armamento nuclear a la superficie naval. Y como apuntan desde el USNI News, este programa no sólo es una apuesta militar, sino también una narrativa política e industrial de reconstrucción nacional.
Si el USS Defiant llega a hacerse realidad, será —como afirma Trump— «el acorazado más grande construido en la historia de nuestro país«. Resta saber si esa ambición podrá sortear los obstáculos técnicos, industriales y doctrinales que tantos otros proyectos similares no lograron superar.
Redacción
defensayseguridad.es


Un comentario
A estos les han explicado que en España los destructores flight lll que promociono Navantia en Australia, les ponemos un poco más de eslora y su correspondiente aumento de desplazamiento le metemos todo eso, sin pasar de la 20.000 tm. Uyyyy 20.000. 15.000 tm. Seguro. Seguro. Que no se convierte en el enésimo fracaso de proyecto de la US navy.