Hace días supimos, gracias a los medios avionslegendaires.net y air-cosmos.com que Irlanda está a punto de volver a la aviación a reacción… 70 años después. La situación, dicen en avionslegendaires, se está caldeando en el Parlamento de Irlanda, tanto en la Dáil Éireann (Cámara de Representantes) como en el Seanad Éireann (Senado), a medida que toma fuerza el debate sobre la sustitución de los Pilatus PC-9M. Los turbohélices suizos son los únicos medios aéreos con que cuenta el Cuerpo Aéreo Irlandés para cumplir alguna misión de las que tiene encomendadas. La adquisición de aviones de combate de verdad, devolvería sentido de ser a una fuerza aérea que apenas excede de lo policial.

Sólo los Pilatus ofrecen una insuficiente vigilancia del espacio aéreo irlandés
En el año 2025, este proyecto ha cobrado una urgencia sin precedentes, impulsado por dos factores clave: la creciente agresividad de la Federación Rusa bajo Vladimir Putin y la ambigüedad estratégica de Estados Unidos en materia de defensa atlántica, particularmente bajo la influencia de Donald Trump.
Al no ser miembro de la OTAN, Irlanda carece de compromisos militares con Washington, y busca aprovechar esa autonomía para seleccionar un caza europeo. 3 modelos han sido señalados como favoritos: el Dassault Rafale F4, el Eurofighter Typhoon Tranche 4 y el Saab JAS 39E/F Gripen. El objetivo es adquirir entre doce y quince aeronaves, que formarán el núcleo de la futura defensa aérea del país durante los próximos 40 ó 45 años. Es un número en principio razonable, pero no sería ningún despropósito cerrar un escuadrón completo y alcanzar los 20 ó 24. Si bien Irlanda no tiene un tamaño considerable, sí dispone de zonas marítimas de gran extensión y, sobre todo, posee una ubicación geográfica que cobra valor por su espacio aéreo. Hablamos de una zona del Atlántico ya bastante delicada, donde está el eslabón más débil de la OTAN, Islandia, que necesita que se protejan sus cielos por los aliados; y la propia Irlanda que, aunque no es miembro de la Alianza, lo es de la UE.
Este proyecto, largamente discutido desde hace al menos una década, ha estado condicionado por el presupuesto y la cultura histórica de neutralidad militar de Irlanda. No obstante, recientes ejercicios de intrusión del espacio aéreo irlandés por parte de aeronaves rusas han puesto en evidencia las limitaciones operativas del actual sistema de defensa. En la actualidad, el control aéreo es garantizado por la Royal Air Force británica, lo cual ha despertado recelos en sectores del parlamento irlandés.

C-295 Airbus. La Vigilancia y Patrulla Marítimas irlandesas cuenta con algunos medios más razonables, aunque insuficientes. Foto: defensa.com
Según las estimaciones preliminares del Departamento de Defensa, el proyecto supondrá un gasto de entre 60 y 100 millones de euros anuales durante 20 años, con un coste total que oscilará entre 1.200 y 2.500 millones de euros, dependiendo del modelo elegido, su configuración y mantenimiento a largo plazo. El ministro de Defensa, Simon Harris, ha manifestado que está «convencido» de la necesidad de esta adquisición para garantizar la capacidad de «disuadir y detectar» amenazas.
Los primeros pasos contemplan una dotación inicial de 8 aviones, con la expectativa de alcanzar los 15 en un plazo razonable. Esto permitirá operar patrullas aéreas permanentes (24/7), aunque se reconoce que el número es modesto y requerirá apoyo externo en fases de mantenimiento o entrenamiento.
El emplazamiento propuesto para la nueva flota es el aeropuerto de Shannon, cuya pista es adecuada para operaciones con aviones de combate. La base tradicional del Cuerpo Aéreo, en Baldonnell, es considerada demasiado limitada. Además, se prevé que el mantenimiento sea llevado a cabo por empresas civiles especializadas y que la formación inicial de pilotos tenga lugar en el extranjero.
El Parlamento ya ha dejado claro que no se repetirá la experiencia del Fouga Magister, utilizado entre los años 70 y 90 como sustituto de cazas, pero con claras deficiencias. Tampoco el actual PC-9M, modificado con armamento ligero, es considerado una solución adecuada para la defensa aérea moderna.

Una pareja de PC-9M del CAI
El debate se ha tornado ideológico. Por un lado, están los partidarios del Gripen, una opción monomotor, económica y de mantenimiento reducido. Por otro, quienes abogan por una inversión más ambiciosa en el Rafale o el Typhoon, que ofrecen mayor autonomía y polivalencia, crucial para misiones de largo alcance sobre el Atlántico.
Finalmente, la decisión también podría llevar a la sustitución del sistema de entrenamiento, ya que los actuales Pilatus podrían no ser compatibles con las exigencias de un caza de cuarta o quinta generación. Una vez más, se apuesta por soluciones europeas, coherentes con el giro estratégico del país hacia una mayor integración en la defensa continental.
Bienvenida sea la Fuerza Aérea Irlandesa.
Jorge Ebujez
defensayseguridad.es

