Lo que está en juego frente a Marruecos en el Atlántico

Lo que está en juego frente a Marruecos: soberanía marítima, legitimidad internacional y la ilusión de la equidad

fuente: canariasahora, eldiario.es

 

El artículo de Daniel Abascal publicado en Atalayar constituye, pese a su pulido ropaje técnico, una pieza de posicionamiento político inequívoca. Presenta una propuesta de reconfiguración del Atlántico en la que España aparece como actor secundario, casi invitado de piedra, como era de esperar, ante un Marruecos erigido en potencia atlántica consolidada, soberana, indiscutida, e indiscutible, del Sáhara Occidental y legitimada, por tanto, para integrar en su jurisdicción recursos estratégicos en Macaronesia, incluido el Monte Tropic. Para llegar a semejante conclusión, Abascal ampara su discurso en una lectura selectiva del Derecho del Mar y una aceptación tácita del estado de hechos consumados que Rabat viene construyendo desde 2020. Los hechos consumados suelen ser el primer señalamiento indiciario de que estamos frente a un abusón. Por lo demás, el envoltorio académico busca suavizar una premisa política central: España debe asumir sin resistencia un nuevo reparto del Atlántico, más acorde con los intereses marroquíes que con los propios.

No compartimos ni la premisa, ni el método, ni la finalidad.

La equidad no es un comodín para legitimar la unilateralidad

El texto de Abascal parte de un axioma que no prueba: que la equidad debe primar sobre la línea media cuando se trata de un “continente” frente a un archipiélago. Pero olvida señalar que, en Derecho Internacional, la equidad no existe en el vacío, sino tras alcanzar un acuerdo mutuo, y siempre respetando las realidades jurídicas de soberanía preexistentes. Y ahí surge el problema central: el artículo asume que el Sáhara Occidental es Marruecos, y que las aguas saharauis son jurisdicción marroquí consolidada. Ambas cosas son, hasta el momento, irreales.

Esa tesis, además de políticamente alineada con Rabat, es jurídicamente insostenible:

-Naciones Unidas no reconoce la soberanía marroquí sobre el Sáhara.

-España sigue siendo potencia administradora de iure según la ONU.

-El TJUE ha cuestionado los acuerdos comerciales y pesqueros sobre esas aguas.

Hablar de “equidad” sin reconocer esa realidad es construir la casa por el tejado, algo que servirá de poco, a menos que la contraparte, España, consienta tal jugada.

Abascal evita recordar el precedente esencial: fue Marruecos quien actuó unilateralmente en 2020, ampliando su ZEE e incorporando la totalidad de las aguas saharauis a su jurisdicción nacional. Tras ello, Rabat se acercó al diálogo afirmando rechazar la unilateralidad. Primero el cerco legal, luego la mano tendida, como ya he señalado en análisis anteriores. Eso no es cooperación: es presión.

Las tesis del autor eliminan a España como sujeto negociador relevante

El artículo en Atalayar es inquietante por lo que no dice:

No se menciona que España también defiende su plataforma continental en la CLPC con argumentos científicos sólidos, basados en estudios del IGME que vinculan los montes submarinos —incluido el Monte Tropic— al margen geológico canario. No se menciona que España también disputa, por ejemplo, elementos de la ZEE portuguesa en torno a las Islas Salvajes. No se menciona que Canarias es la plataforma de seguridad euroatlántica más relevante al sur de Madeira, esencial para rutas marítimas y aéreas OTAN–UE, una seguridad que, si bien tiene dificultades efectivas para materializarse por parte de España, serían mucho mayores de recaer del lado marroquí.

En la visión de Abascal, España no protege intereses, sino que se adapta a una realidad ajena que otros definen por adelantado. Esa narrativa convierte al país en receptor pasivo de un nuevo orden marítimo en el que la iniciativa es exclusivamente marroquí, y a partir de la cuál sólo es lícito negociar si dicha iniciativa no se altera lo más mínimo.

El Sáhara Occidental: desaparecer un conflicto no lo resuelve

La F105 de la Armada

 

El texto acude a una resolución de 2025 para afirmar que el Consejo de Seguridad habría “consagrado” el plan marroquí de autonomía como base para una solución política “bajo soberanía del Reino”. De ser así, sería una novedad diplomática de gran calado… pero:

-No existe, hasta la fecha, ninguna resolución que otorgue soberanía marroquí sobre el Sáhara.

-Ninguna resolución elimina el derecho de autodeterminación del pueblo saharaui.

-La MINURSO, de hecho, sigue activa porque el conflicto no está resuelto.

El silencio de Abascal sobre este punto es revelador: sin cerrar la cuestión del Sáhara, cualquier acuerdo marítimo constituye una convalidación indirecta de la ocupación.

España no puede firmar lo que la ONU no reconoce y, cuando lo haga, se debería abordar conforme a los intereses nacionales.

Monte Tropic: de símbolo de disputa a pretexto de cooperación asimétrica

Abascal presenta el Monte Tropic como espacio de cooperación futura dentro de una arquitectura jurídica “ganar-ganar”. Pero omite, al menos, 3 hechos esenciales:

  1. El estado de la tecnología no permitirá su explotación hasta dentro de décadas (se habla de 20 años aún).
  2. Su ubicación está en disputa ante Naciones Unidas.
  3. Sus recursos estratégicos son vitales para Europa en plena transición energética.

Convertir en “zona de desarrollo conjunto” lo que está bajo litigio es la forma más sutil de renunciar antes de tiempo. Y el argumento técnico marroquí es, además, débil: el margen continental del Sáhara se encuentra geodinámicamente en discusión, precisamente por ser territorio no reconocido como marroquí. La cooperación no puede ser la coartada para entregar soberanía a plazo. Hablar de desarrollo y cooperación es una estrategia estética, mero ornato con el que disfrazar intereses de los que no se está dispuesto a apear.

La presión migratoria es uno de los recursos diplomáticos marroquíes al uso. Foto: Brais Lorenzo/EFE

El espacio aéreo sobre el Sáhara: una cesión operacional de consecuencias irreversibles

El artículo describe como “natural y coherente” una transferencia progresiva de la gestión aérea a Marruecos. Aquí de nuevo la trampa lingüística:

Se presenta como responsabilidad técnica lo que es una decisión política monumental. La FIR Canaria es un elemento clave de enlace Europa–África–América, y su pérdida supondría un salto cualitativo en la proyección de poder marroquí, afectando tanto a la soberanía operacional como a seguridad aeroespacial de España y de la OTAN.

Si esa transferencia se produce sin que el estatuto del Sáhara esté resuelto, España habría aceptado —sin declaración alguna— que Marruecos controla efectivamente un territorio aún en disputa. Aunque la verdad es que es cuestión de tiempo que Marruecos logre el control efectivo del espacio aéreo saharaui, no es menos cierto que sus capacidades en este ámbito quedan lejos de una capacidad real de control efectivo y de seguridad. Todo ello sin entrar a valorar las variables que, en cuanto a la seguridad nacional, implica ello para el espacio aéreo canario.

La visión atlántica marroquí: admirable, pero incompatible con nuestros intereses si implica retroceder

Abascal alaba la estrategia de proyección atlántica del Reino —Tánger Med, puerto de Dajla, gasoducto Nigeria-Marruecos, economía azul— como si ese dinamismo fuese automáticamente compatible con los intereses españoles, cuando son abiertamente oponentes a éstos, y escasamente complementarios. Es más razonable hablar de competencia; resulta menos opaco y más franco. Y la competencia, que ya está ahí, habrá que afrontarla, pero nunca asumiendo una imposición de subordinación.

Todo lo anterior no puede analizarse sin considerar elementos esenciales en la relación de Marruecos con España. Por ello, conviene recordar un dato histórico esencial: cuando Rabat quiere avanzar —así, de modo general—, utiliza la presión sobre Ceuta, Melilla, Canarias o la inmigración como palanca diplomática. No existe proyección atlántica inocua, del mismo modo que no existe jugada diplomática de Rabat sin dobleces. España no puede permitirse otra ingenuidad estratégica.

fragataCanarias

La Fragata Canarias, F-86, última de la serie Santa María

El artículo de Abascal lanza un mensaje implícito que conviene refutar, y viene a decirnos que el acuerdo está escrito, que sólo falta firmarlo. Pero la verdad es que no, nada está escrito. Y hay mucho que defender.

La estrategia española no puede consistir, por una vez, en evitar conflictos a toda costa y debe basarse en la defensa a ultranza de los intereses nacionales; el respeto estricto al Derecho internacional; el rechazo claro de la unilateralidad; la protección firme de la proyección territorial de Canarias; la coherencia jurídica sobre el estatus del Sáhara; y, llegado el caso, la activación del frente europeo, porque lo que está en juego afecta al flanco sur de la OTAN y de la UE

España no tiene por qué escuchar resignada el relato de que ceder es modernizar, o que cooperar es siempre renunciar.

Cooperar, pero jamás retroceder.

El Reino de Marruecos tiene la legítima aspiración de ampliar su influencia marítima y económica. Puede hacerlo por medios constructivos, negociados y respetuosos del Derecho internacional. España, por su parte, no tiene obligación alguna de sacrificar su soberanía en aras de una cordialidad que otros utilizan como herramienta de avance territorial. Nadie va a ayudarnos a garantizar nuestra soberanía en Canarias, ni mucho menos Marruecos, como afirma Abascal. No la necesitamos, no solicitamos la ayuda para asentar la soberanía española sobre territorio español. Gracias, pero no.

España debe defender lo que es suyo. Marruecos ya lo hace.

Si algo demuestra el artículo de Abascal es que existe una narrativa bien trabajada para justificar una modificación profunda de las fronteras marítimas actuales. Una narrativa que beneficia a Rabat y perjudica a España, y que incluso algunos, aquí, parecen ya dispuestos a asumir. Es hora, por tanto, de dejar de perder terreno, de recordar que la soberanía se protege ejerciéndola y de tener, por una vez, la voluntad política de no ceder más. Porque la cooperación no exige amputar intereses propios y porque el Atlántico no es un regalo que España esté obligada a conceder, al menos nuestra parte del Océano.

 

Jorge Estévez-Bujez

defensayseguridad.es

 

Acrónimos
  • ZEE: Zona Económica Exclusiva
  • CLPC: Comisión de Límites de la Plataforma Continental
  • IGME: Instituto Geológico y Minero de España
  • TJUE: Tribunal de Justicia de la Unión Europea
  • MINURSO: Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental
  • FIR: Región de Información de Vuelo (Flight Information Region)

 

3 respuestas

  1. Don Jorge, me temo que con este gobierno, todo está perdido. El tiempo lo va demostrando. Hasta que no haya 50 cazas de última generación en Gando, protegidos en refugios de hormigón como Dios manda, no se mandará una señal clara al dictador de Marruecos. A ello, habría que sumarle 4 submarinos con base en Canarias. Y luego, que hablen los que tengan que hablar. Sólo, con tilde, la fuerza, vale contra el sultán parisino.
    Saludos.

  2. Al ceder a las demandas marroquíes en el Sáhara se le han quitado el tapón al imperialismo alauita, que no tiene fundamentos geológicos ni legales.

  3. No al imperialismo marroquí, defendamos las Canarias y sus aguas. Una gran base aeronaval allí con fragatas y dos submarinos s80 para disuadir

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