Pragmatismo alemán ante el «reindustrialismo» defensivo europeo

Lanzamiento de SM-2 desde una fragata española. Foto: Armada
El Gobierno de Berlín ha recibido del Departamento de Estado de los Estados Unidos la comunicación oficial de aprobar una posible venta militar extranjera (FMS) a la Bundeswehr valorada en aproximadamente 3.500 millones de dólares (3.2-3.3 mil millones EUR) para un paquete de misiles superficie-aire destinado a la Marina de guerra germana.
El contenido de la solicitud alemana —según la propia DSCA—, es de un monto importantísimo: hasta 173 misiles Standard Missile-6 Block I (SM-6), hasta 577 misiles Standard Missile-2 Block IIIC (SM-2), así como contenedores de lanzamiento VLS (MK-21, MK-13), equipos de prueba, instrucción, repuestos y soporte de ciclo de vida.
El objetivo declarado es dotar a la futura fragata de defensa aérea de la Armada alemana, la clase F127, con un sistema basado en el combate antiaéreo/antimisil con sensores de última generación y llenado vertical de lanzadores, integrado en arquitecturas de la OTAN. Los importes oficiales publicados (que superan ampliamente los 3 000 millones de dólares) suponen una compra sobresaliente de material norteamericano en plena oleada de europeísmo industrial defensivo, lo que probablemente no es más que una muestra de pragmatismo de Berlín.
Importancia de la operación
Como es natural, el acuerdo, de concretarse, reforzará la capacidad de defensa aérea naval de Alemania para misiones de escolta, control de la zona marítima y protección antimisil con un impulso significativo, además de integrar unos medios de largo alcance y uso polivalente (SM-6), en lugar de sólo misiles de alcance medio (SM-2), lo que otorga un plus más que relevante a la capacidad de los buques de la Marina alemana.
Interpretación táctica-operativa
El SM-6 Block I proporciona a la flota alemana una capacidad antiaérea de gran alcance, con posibilidad de interceptar misiles antibuque, misiles de crucero y, en determinadas configuraciones, una modesta capacidad antimisil balístico. Por su parte, el SM-2 Block IIIC, veterano del arsenal estadounidense, sigue siendo un arma fiable para la defensa de zona. La combinación de ambos en la futura clase F127 permitirá a Alemania desplegar una capa naval de defensa aérea extendida, apta para integrarse con sensores embarcados, aéreos y de la OTAN, ofreciendo cobertura a convoyes, agrupaciones navales o puntos críticos de paso marítimo. Esta compra significa un salto cualitativo en la transición de la Marina alemana, que pasará de medios centrados en la autodefensa o la defensa puntual hacia una capacidad integral de protección de agrupaciones navales, en misiones desde el Atlántico Norte hasta el Báltico.
Observaciones críticas
Se trata, por ahora, de una notificación de posible venta (FMS), no de un contrato cerrado ni de entrega garantizada. Asimismo, integrar estos misiles en la F127 exige no sólo la adquisición del armamento, sino también su integración en plataformas, sistemas de combate, programas de adiestramiento, apoyo logístico y sostenimiento a largo plazo.
La intención alemana por este paquete norteamericano también plantea un cuestionamiento al que antes hacíamos mención: si bien la dependencia de tecnología estadounidense podría tensar el debate sobre la autonomía operativa e industrial de la defensa europea, no parece estar realmente haciéndolo. Cuando naciones de peso y relevancia, como Alemania, Italia o Francia incurren en este tipo de compras, se obvia el debate -por otra parte artificial- de la pretendida autonomía europea en toda materia armamentística. No es posible la autonomía real europea en este campo a corto plazo, ni mucho menos la autarquía, máxime después de 50 años de vacaciones en ese sentido. Que la UE despierte, de repente, y lance un sinfín de planes de rearme y agendas a 4 ó 5 años vista para la reindustrialización militar de Europa no va a traducirse en que se consiga una moderada autonomía real en según qué tipo de sistemas en un corto período de tiempo, en absoluto. Hará falta más tiempo, inversión y determinación política a lo largo de años. Lo que verdaderamente significa es el comienzo, la primera piedra, para una futura política industrial y defensiva europea en consonancia con la realidad, para nunca más dejar de lado nuestra capacidad de fabricar, sostener e innovar, en beneficio de otros. Lo que verdaderamente significa es que no volveremos a olvidar nuestra obligación de sostener nuestras propias capacidades, con independencia de lo que otros decidan o no hacer.
Jorge Estévez-Bujez
defensayseguridad.es

