Comparativa entre la corbeta Avante 2200 y el programa EPC: implicaciones para España y la Armada

Idealización de la EPC FCM.
La corbeta Avante 2200, desarrollada por Navantia, y el programa europeo EPC (European Patrol Corvette) impulsado por Naviris, representan 2 modelos diferentes de concebir buques de combate de mediano porte en el ámbito europeo. Aunque comparten una categoría funcional similar, sus características, grado de desarrollo y proyección difieren notablemente.
La reciente posibilidad, que ayer trasladábamos desde la pluma de Laurent L., de una salida de Francia del programa, informada el 4 de noviembre, introduce una incertidumbre considerable. Naval Group, el actor francés en este Programa, es uno de los pilares técnicos del consorcio, y su retirada podría obligar a rediseñar parte del proyecto o retrasar su calendario. Sería difícil asumir la posibilidad de cancelar el Proyecto, habida cuenta de la capacidad de los restantes socios para continuar sin la concurrencia gala.
España y sus Avante
Para España, el dilema reside entre apostar por una continuidad industrial segura mediante nuevas unidades Avante 2200 adaptadas a necesidades propias, o mantener el compromiso con el EPC pese a las incertidumbres y la no-necesidad de pertenecer al mismo, a sabiendas de la disponibilidad de un producto propio, maduro, probado y con la línea de producción abierta.
Así las cosas, la primera opción asegura carga de trabajo inmediata y soberanía tecnológica, mientras que la segunda representa una visión compartida a medio plazo que, sin bien -y además- podría erosionarse si otros socios reconsideran su participación, no pecamos de arrogancia al aventurar que parte de la única ventaja de la financiación europea, nada más. Se podrá argumentar que es suficiente, quizá, pero no esencial.
Navantia está en posición de producir ambas alternativas, pero la decisión final debería haberse tomado con base en variables más amplias que la mera financiación comunitaria: equilibrar plazos, independencia, interoperabilidad y continuidad de la cadena productiva, soberanía, producto… son muchas las razones que invitaban a decantarse por las Avante en lugar de por un proyecto de integración en un sistema de armas para el que no son necesarios tantos comensales.
La Avante 2200 es un producto ya consolidado, con 5 unidades entregadas a Arabia Saudí bajo el nombre de clase Al-Jubail. Diseñada como una corbeta polivalente, cuenta con una eslora de 104 metros, una manga de 14 metros y un desplazamiento aproximado de entre 2.200 y 2.500 toneladas, según el equipamiento integrado. Su velocidad máxima ronda los 27 nudos y posee una autonomía cercana a las 3.500 millas náuticas a 12 nudos. La dotación está dimensionada para hasta 102 personas.

Diseño Avante 2200. Ilustración: Navantia
Su propulsión se basa en un sistema CODAD (Combined Diesel And Diesel) que permite un buen equilibrio entre rendimiento y mantenimiento. El diseño incorpora una reducción de firma radar y térmica y está adaptado para operar en entornos de alta temperatura, una necesidad para la región del Golfo. Las plataformas Al-Jubail para los saudíes cuentan con cubierta de vuelo para helicópteros, hangar y capacidad para lanchas RHIB.
En el apartado de sistemas, la Avante integra soluciones propias de Navantia como el sistema de combate Catiz, el sistema de comunicación Hermesys y el sistema de control de plataforma Compass. Estos componentes son desarrollos nacionales, lo que aporta independencia tecnológica y continuidad logística para su operador. La construcción de estas corbetas se realizó en San Fernando (Cádiz), con participación industrial relevante.
Europa y sus EPC
Por su parte, el EPC es un proyecto multinacional todavía en fase de diseño, concebido para dotar a diversas marinas de guerra europeas de una plataforma modular común. El proyecto está impulsado por Fincantieri, Naval Group y Navantia, en el marco de la cooperación estructurada permanente (PESCO) y bajo la gestión de OCCAR. Su financiación inicial, compartida entre la Comisión Europea y los Estados participantes, alcanza los 87 millones de euros para la primera fase de diseño.
Se contemplan 2 variantes: la Long Range Multipurpose (LRM), enfocada en misiones de patrulla oceánica, y la Full Combat Multipurpose (FCM), con capacidad de combate más completa. Ambas se basarán en una plataforma de aproximadamente 100 metros de eslora y unas 3.000 toneladas de desplazamiento. El sistema será adaptable según las necesidades de cada marina, incluyendo sensores, armamento y propulsión.
Los países comprometidos en el diseño son Italia, Francia, España y Grecia, aunque otros como Dinamarca o Noruega han mostrado interés. La fecha de puesta de quilla podría situarse hacia 2026-2027, con entrada en servicio prevista en torno a 2030, aunque estos plazos dependen de los calendarios nacionales.

EPC
El EPC no cuenta aún con una configuración definitiva, y su modularidad debe permitir una gama amplia de posibles perfiles operativos. No obstante, se prevé que incluya un sistema de combate de nueva generación, electrónica avanzada, y arquitectura preparada para ciberseguridad y actualizaciones futuras, en línea con cualquier otro navío de nuevo diseño.
En comparación, la Avante 2200 representa, como decimos, una solución ya operativa, con procesos de mantenimiento y logística consolidados, y posibilidad de adaptación según requisitos nacionales. Su plataforma ha demostrado ser viable en condiciones exigentes y se encuentra completamente industrializada en España.
Por el contrario, el EPC plantea una solución a largo plazo, de mayor tonelaje y potencial tecnológico, aunque aún sin pruebas en mar ni definición final.
¿Hay necesidad de colaborar en ésto?
La cooperación internacional, no cabe duda, aporta ventajas en economías de escala y estandarización, pero también implica compromisos industriales y políticos. Hay sistemas que merecen, necesitan, de una cooperación industrial internacional, sobre todo en el fragmentado contexto europeo, pero este no es el caso. Creemos firmemente que, del mismo modo que se enfatiza la soberanía europea tecnológica en materia de armas y sistemas, el equivalente nacional ha de ser, precisamente, la base sobre la que apuntalar las capacidades continentales. Sin una raíz sólida nacional no se puede ser relevante en el escenario europeo. Malgastar capacidades, orillarlas en beneficio de lo compartido, no siempre es positivo, porque la colaboración no está reñida con el mantenimiento de parcelas nacionales específicas donde evolucionar y potenciar la fuerza industrial y tecnológica doméstica.
Jorge Estévez-Bujez
defensayseguridad.es


Un comentario
No.
Saludos.
P.D: Comisionistas y comisiones.