El Juan Carlos I regresa al mar tras completar su varada en Navantia-Puerto Real

El Juan Carlos I. Foto: Armada
El buque de proyección estratégica Juan Carlos I (L-61), insignia de la Armada, ha regresado al mar tras completar con éxito una varada de mantenimiento en los astilleros de Navantia en Puerto Real (Cádiz). Las obras, iniciadas en julio de este año, han permitido reforzar su capacidad operativa, lastrada por los problemas de su propulsión, y prolongar su vida útil en el servicio de la Institución.
Durante el periodo de inmovilización, el Juan Carlos I ha sido sometido a una importante intervención industrial que incluye, en primer lugar, la sustitución del sistema de propulsión —azipods o propulsores de tipo POD— destinada a eliminar las vibraciones que se venían produciendo en la sala de máquinas y a incrementar la fiabilidad global del buque. Asimismo, se ha llevado a cabo el habitual Plan de Inmovilización Programada (PIP) de la Armada, que ha incluido tareas de revisión estructural, mantenimiento de la obra viva (hélices, válvulas de fondo, aletas estabilizadoras), repintado completo del casco y mejoras en las zonas de habitabilidad para la dotación embarcada. La inversión total, estimada en torno a los 30 millones de euros, movilizó a unos 800 trabajadores de más de veinte empresas auxiliares junto a Navantia.
Con estas obras culminadas, el Juan Carlos I retoma su papel operacional como plataforma naval de primer orden de la Armada. Diseñado como buque multipropósito de asalto anfibio y portaeronaves ligero, volverá a estar disponible y poner a disposición de España y la Alianza sus capacidades de mando, control y proyección, que le permiten operar en los escenarios designados, con la interoperabilidad aliada de que es capaz.
En términos de empleo operativo, se viene apuntando a que el buque podría incorporarse en breve a maniobras de la OTAN como parte de un Grupo de Combate Europeo cuya dirección correspondería precisamente al Juan Carlos I en 2026. Además, no sería descartable que la Armada contemple la posibilidad de que la nave despliegue en el escenario del Indo‑Pacífico, en línea con la política estratégica plasmada en su “Visión Armada 2050”, como parte de la que se espera sea una creciente proyección global de España, para la que se necesitarán, y esto no es un juicio de valor, sino una obviedad, mayores y mejores recursos para nuestra Marina de Guerra.

Las 2 plataformas corridas durante el breve tiempo en que coincidieron. Foto: Armada
En definitiva, el regreso al mar del Juan Carlos I no sólo representa la conclusión de una relevante operación de mantenimiento industrial, sino la confirmación de que la Armada vuelve a tener operativa su principal plataforma de proyección, cuyas varadas nos privan de este fundamental vector de desplazamiento de fuerzas, al disponer todavía de una sola cubierta corrida de este -u otro- tipo.
Redacción
defensayseguridad.es


Un comentario
¡Felicidades! Un trabajo complejo realizado en tiempo y forma.
Lo normal era que se hubiese complicado y que hubiesen surgido retrasos. Ahora, espero que la nueva propulsión dé los resultados esperados y que los problemas hayan quedado resueltos y que no surjan nuevos problemas.
Bien, pero ¿y el CIWS?
Yo creo que este buque está condenado. La reparación que se ha hecho se ha realizado porque no quedaba otra. Cuando los Harrier se retiren, no vendrá ningún ala fija para este buque, sino que se limitará a operar helicópteros y Sirtaps, lo cual no es poco.
El ala fija sustitutoria que venga, sea la que sea, vendrá para los L62 y L63. Veremos qué diseño tendrán estos nuevos buques anfibios.