La Ministra Robles SÍ ha reconocido haber descartado el F-35

¿En qué quedamos? Algunos medios han creído entender un renuncio en las palabras de la ministra, pero lo que realmente ha confirmado es que no dio publicidad a la decisión de no adquirir el F-35, no que no hayan tomado ya la decisión de no comprarlo. La decisión se tomó, lo que no se hizo es publicitarla.

En apenas mes y medio, desde la Cumbre de La Haya, el Gobierno de España ha pasado de negar cualquier compromiso formal en materia de defensa -el consabido «Aquí no se ha firmado nada«, de la ministra Robles- a reconocer, en palabras, de nuevo, de la señora ministra, que existen compromisos aceptados y que, sin duda, serán cumplidos por España. Como sostuve en su día al respecto: Es inopinadamente fácil que los dirigentes políticos conviertan en papel mojado su palabra, trayectoria y cualquier legado de coherencia tras de sí. Y pueden hacerlo en cuestión de días, además, si no de horas. La contradicción no puede ser más evidente, y obliga a una reflexión crítica sobre la transparencia y coherencia de nuestra política de defensa, sometida a bandazos de campeonato.

Todo ésto tiene su origen en una entrevista concedida a la agencia EFE este 20 de agosto, en la que la ministra de Defensa ha afirmado que España ha aceptado un compromiso, y asegura que se cumplirá. Si la primera declaración buscaba ganar tiempo, la segunda revela que había, en efecto, acuerdos tácitos o formales que no se quisieron reconocer públicamente. La cuestión central no es tanto el giro, sino la falta de claridad con la que se comunica a la opinión pública un asunto de esta envergadura.

Pero el punto mollar de la entrevista de EFE está en la mención al F-35. Después de que El País publicara la semana pasada que el Gobierno renunciaba a la adquisición del avión estadounidense, Robles ha asegurado sobre el F-35: “Y desde luego no ha habido ninguna publicidad del Gobierno respecto a la exclusión de ningún programa”. Puede parecer que el desconcierto crece, pero la realidad es que la ministra NO ha negado la noticia de El País. Lo único que Robles ha dicho es que ellos no han dado publicidad a la exclusión de España de ningún programa, no que no hayan decidido verdaderamente renunciar a él -F-35-.

La ministra Robles junto al ministro turco de defensa

Llaman la atención varios aspectos y un uso del lenguaje verdaderamente extraño e incoherente. Para empezar, España no estaba en ningún programa relacionado con el F-35; no está ni se la espera, luego no tiene sentido hablar en esos términos, porque nunca hemos participado en modo alguno del Programa del Joint Strike Fighter F-35 Lightning II, que es su nomenclatura original. Seguidamente, el término «exclusión» sólo podría responder, efectivamente, a la inclusión previa en un programa, cosa que, en este caso, vuelve a pecar de incoherencia, al no concurrir esa condición previa. En cualquier caso, y más allá del uso subordinado del lenguaje para el interés político -nada nuevo-, llama la atención, sobre todo, la forma en que la ministra Robles SÍ ha confirmado la decisión del Gobierno de renunciar a adquirir el F-35. «No ha habido ninguna publicidad del Gobierno» es afirmar que el Gobierno, efectivamente, ha descartado ya el F-35, pero no lo ha publicitado oficialmente. Aquí no hay un sesudo uso del lenguaje, hay sólo una manifestación, obvia, de que lo que no han hecho ha sido divulgarlo por los cauces normales (rueda de prensa en Moncloa, comunicado oficial…).

Aclarada esta cuestión, es obligado tomarla con el resto de declaraciones, no menos llamativas.

¿Cómo puede sostenerse que el F-35 “no es una prioridad”?, especialmente para la Armada.

Conviene recordar que, en el caso de la Armada, el F-35B no es un capricho tecnológico ni un lujo que pueda dejarse para más adelante. Es, sencillamente, el único avión de despegue y aterrizaje vertical (STOVL) disponible en el mercado que puede operar desde el buque insignia Juan Carlos I. Nuestros AV-8B Harrier II se acercan al final de su vida operativa, y no existe sustituto, salvo el F-35B. Decir que “no es una prioridad” equivale a ignorar una necesidad estratégica inmediata y sentenciar la continuidad de la aviación embarcada de ala fija de la Armada.

Claro que es una prioridad. Lo que quizás no sea es una opción contemplada para el Gobierno, pero la prioridad es vital.

La contradicción, por tanto, no es sólo discursiva. Tiene consecuencias operativas y estratégicas. Por un lado, se afirma que el Gobierno cumple compromisos y que la defensa nacional es una prioridad. Por otro, se minimiza la urgencia de una decisión que afecta a la capacidad de proyección naval de España y a su interoperabilidad con sus aliados de la OTAN. Se quiere transmitir, simultáneamente, que hay prioridades, pero que no son tanto; que no hay prisa, pero que cada programa tiene sus tiempos; que no hay presupuestos, pero que los habrá; que trabajan mucho, aunque no parece haber una hoja de ruta clara para desempeñar ese trabajo. Un equilibrio imposible.

El Gobierno se muestra atrapado en una doble narrativa: la de la prudencia política, que evita anunciar compras impopulares, o políticamente complejas, hasta el último momento, y la de la realidad estratégica, que exige decisiones claras y rápidas, so pena de perder capacidades -ésto ya va a ocurrir irremediablemente-. El resultado es un mensaje confuso, contradictorio y poco convincente, que erosiona la credibilidad de la política de defensa, si es que la tenemos.

Estampas de un pasado que no tendrá continuidad, al menos en muchos años

El leit motiv de este debate puede ser el F-35, pero lo que está en juego va mucho más allá. Se trata de saber si España tiene una estrategia coherente, si asume con responsabilidad las necesidades de sus Fuerzas Armadas y si comunica con honestidad a la ciudadanía las decisiones que condicionan nuestra seguridad durante décadas. Decir un día que “no se ha firmado nada” y al siguiente que “existen compromisos que cumpliremos” es un síntoma preocupante. Afirmar que el F-35 no es una prioridad roza lo inverosímil, sobre todo cuando esa decisión supone perder una capacidad de enorme peso en la Armada, que obligará a cambiar doctrinalmente al Servicio de arriba a abajo.

Si acaso necesitamos algo, es claridad, visión, planificación, no evasivas, no argucias periodísticas que sonrojan hasta el rubor más indecente. Porque en defensa, como en política, las contradicciones no se pagan en titulares, sino en capacidades perdidas, en brechas estratégicas y en vulnerabilidades que los adversarios sabrán aprovechar.

 

Jorge Estévez-Bujez

defensayseguridad.es

 

Un comentario

  1. Tener como uno de nuestros pilares de las FF.AA. Un avión lleno de problemas,un coste operativo alto y siendo cautivó de las decisiones otro país. No sirve para nuestra defensa.

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