Navantia y Harland & Wolff. Crecer a lomos del riesgo y la deuda.

La compra del astillero británico por Navantia

 

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Los astilleros Harland & Wolff, ubicados en Belfast, han sido testigos de más de 160 años de evolución en la construcción naval. Fundados en 1861 por Edward James Harland y Gustav Wilhelm Wolff, se convirtieron en un emblema de la ingeniería naval, alcanzando su mayor esplendor durante la primera mitad del siglo XX. Su legado está marcado por la construcción de transatlánticos legendarios y buques militares de vanguardia. En la actualidad, con su reciente adquisición por parte de la española Navantia, Harland & Wolff se encuentra en una nueva etapa que podría posicionarlo como un actor clave dentro del sector naval europeo y volver a situarlo en el mapa de las construcciones navales.

Hasta aquí el titular limpio. Ahora bien, ¿cómo puede afectar la mala situación financiera de H&W a Navantia tras su adquisición? No es fácil adelantar la respuesta, y seguramente depende de factores de diferentes magnitudes y decisiones empresariales de gran envergadura. La compra de H&W por parte de Navantia conlleva una serie de riesgos económicos que es importante considerar, especialmente al comparar las situaciones financieras de ambas empresas.

Situación financiera de Harland & Wolff

Grosso modo, y antes de la adquisición, H&W enfrentaba serias dificultades financieras. En 2024, la empresa ya reflejaba una pérdida antes de impuestos de más de 15 millones. Además, acumulaba deudas significativas, con 231 acreedores y pasivos que sumaban más de 50 millones de euros, los cuales probablemente no serán recuperados. Estas dificultades terminaron por poner al astillero en una situación insostenible, llevándolo a entrar en administración de acreedores en septiembre de 2024. Así, sin pedidos, con una masa salarial considerable y endeudado, H&W sólo tenía las opciones del cierre o la venta.

 

Harland & Wolff

 

Pero no sería justo no reflejar brevemente la situación de Navantia, que tampoco pasa por tener las cuentas más aseadas del sector. De hecho Navantia también ha enfrentado desafíos financieros… o, para ser más exactos, los lleva capeando décadas, como tantas empresas participadas por la SEPI. En 2023, Navantia registró pérdidas de 121,85 millones, lo que arrojó un incremento del 25,7% en comparación con el año anterior. A pesar de un aumento del 7% en su cifra de negocio, alcanzando unos respetables 1.434 millones, las pérdidas se atribuyen principalmente al incremento de los gastos financieros, laborales y, cómo no, a la tradicional falta de eficacia en la gestión empresarial que suele caracterizar a las empresas de linaje estatal. Por si fuera poco, Navantia cerró el ejercicio con una deuda de 1.814 millones con el Estado.

No estamos hablando de una empresa especialmente bien gestionada en lo financiero, pero el tamaño de Navantia, una cartera de pedidos en tendencia creciente y el respaldo último del Estado, marcan la diferencia con un astillero privado que se estaba ahogando irremediablemente. Ahora bien, no partimos, efectivamente, de la más ventajosa de las situaciones en que debería estar Navantia.

 

¿Qué puede aportar H&W?

Hablar de Harland & Wolff es hablar de una porción importante de la historia naval británica. En sus diques secos se construyeron los majestuosos transatlánticos de la White Star Line, siendo el Titanic el más célebre de todos. Junto a él, sus gemelos, el Olympic y el Britannic, representaron la cima del diseño naval y del buen hacer de su época. Con esloras superiores a los 270 metros y desplazamientos cercanos a las 46.000 toneladas, estos buques fueron una maravilla de la ingeniería, cuajados de los adelantos más punteros: casco de acero remachado, propulsión de triple expansión combinada con turbinas Parsons y una velocidad máxima de 23 nudos, puede decirse que formaban parte de la gama media-alta de los navíos de su tiempo.

Además de estos famosos transatlánticos, el astillero construyó el HMS Belfast, un crucero ligero que participó en la Segunda Guerra Mundial y que hoy reposa como museo flotante en Londres, donde puede admirarse su majestuosa silueta a orillas del Támesis. Su casco blindado y su sistema de dirección de tiro fueron pioneros en su tiempo. La firma creció y sumo nuevos diseños, consolidándose en la producción de destructores, petroleros y plataformas offshore, y terminando por ser un referente en ingeniería naval.

HMS Bulwark y Albion. La Royal Navy tiene por delante la renovación de gran parte de su flota.

 

El icónico dique seco de Belfast, el más grande del mundo cuando fue construido, y las grúas gigantes Sampson y Goliath, que con sus 96 y 106 metros de altura dominan el horizonte de la ciudad, tiene ahora una nueva oportunidad de demostrar que aún no ha olvidado cortar acero y poner quillas. Además de Belfast, el astillero cuenta con los centros en Appledore, Methil y Arnish, especializados en buques más pequeños y en la fabricación de estructuras para la eólica marina, que atraviesa uno de sus mejores momentos y de la que Navantia es, precisamente exponente mundial.

Apenas hace cuatro meses, en enero de 2025, Navantia completó la adquisición de Harland & Wolff por 93 millones de libras, en lo que apunta a ser un movimiento estratégico que le permita consolidar su presencia en el Reino Unido y reforzar su capacidad de producción para proyectos militares y civiles. Para Navantia, esta compra significa integrar instalaciones clave dentro de su estructura y ampliar su acceso a contratos con la Royal Navy, si es que no es mucho aventurar. De hecho, la operación debería garantizar la viabilidad del programa Fleet Solid Support (FSS), que es la piedra angular sobre la que se fraguó la compra de H&W. El FSS debe dotar a la Royal Navy de tres buques logísticos de última generación. Estos buques, con más de 200 metros de eslora y capacidad para transportar miles de toneladas de suministros, están diseñados para apoyar a la flota en operaciones por todo el globo.

 

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Recreación del futuro FSS de la Royal Navy. Foto: Navantia

 

Con esta integración, Navantia se posicionará como uno de los astilleros más grandes de Europa, sumando a su plantilla más los de 800 empleados de Harland & Wolff y aumentando su capacidad de producción con cuatro centros estratégicos adicionales. Crecer a base de deuda es arriesgado, pero tampoco es un imposible, y la historia está llena de ejemplos de éxito en ese sentido. Navantia busca seguir recortando con respecto a los astilleros franceses e italianos, y parece que está incorporación va en esa dirección. Con más de 6.000 empleados en total y una trayectoria de más de 5.000 buques construidos, el astillero español es ya un pilar fundamental en la defensa naval de España y Europa. Además, esta adquisición permite que Navantia acceda a tecnologías y procesos productivos británicos que, si bien no parecen atravesar su mejor momento, sí que podrían incorporar pequeños avances a la doctrina y el conocimiento de Navantia, principalmente en algunos aspectos de la construcción modular de H&W y en sus sistemas de automatización de ensamblaje.

Por tanto, Navantia no solo gana en volumen, sino en especialización. Harland & Wolff aporta experiencia en la construcción de buques cisterna, estructuras offshore y plataformas flotantes para energías renovables, áreas en las que Navantia viene mostrando un interés creciente.

Por supuesto, y dado que el aroma político de lo público abunda en esta operación, cabe esperar el respaldo del Ministerio de Defensa del Reino Unido, y que ponga su granito de arena anunciando pedidos de la marina británica a H&W para, de alguna manera, devolver el favor del rescate. Pero eso es algo que estará por ver y que en absoluto puede darse por descontado.

Navantia parece confiar en el futuro de Harland & Wolff bajo su dirección,o al menos demuestra tener fe, y para ello ha previsto inversiones en suelo británico por más de 100 millones de libras. El plan del astillero español incluye la modernización y expansión de los centros de producción de H&W, y conseguir así que los astilleros de Belfast vuelvan a tener un rol crucial en la industria naval global.

Más allá del orgullo por la compra de un activo histórico en el suelo de un tradicional adversario naval, la compra de Harland & Wolff es una apuesta que podría posicionar a Navantia como un actor aún más relevante en el tablero de la construcción naval militar y civil europea. Pero esa apuesta requerirá de ajustes aún mayores que los que Navantia debe aplicar para controlar sus cuentas, y el riesgo puede dispararse si la dirección de la naval española no controla unos gastos que van a incrementarse sustancialmente.

Parece que el legado de H&W seguirá vivo, por ahora, y quizás su futuro, bajo bandera española, pueda volver a brillar. Sólo esperamos que sea el resurgir de una estrella, y no el ocaso de dos.

DYS

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